Haradim II

El regreso de los héroes

miércoles, 21 de enero de 2009

Fecha 1: 18/01/2008




Haradim II – El regreso de los héroes.


Un nuevo amanecer despuntaba en el Paso de Agun, no era la primera vez que los rayos del sol enrojecían el campo de batalla.
Iskander estaba al mando de un ejército de cuatro mil enanos dispuesto a no dejar caer la muralla, miró a su derecha, luego a su izquierda y ningún caballero de Haradim lo acompañaba. La brisa que se desató del este peinó sus rubios cabellos y le trajo un recuerdo de su infancia, caminaba por las calles de Lessender de la mano de su padre, un bardo cantaba una canción. Era un canto de honor y gloria relatando una batalla épica en la que los caballeros de Haradim habían sido los protagonistas y vencedores.
“¡Papá, papá! Yo quiero ser un caballero de Haradim cuando crezca”. Y ahí estaba él ahora, esperando a un contingente orco que los superaba cincuenta a uno... por la gloria.
Nike vio que era inminente la caída de la primera muralla y ordenó la retirada. Había decidido combatir en primera línea en lugar de Thelmos, ahora tenía algo que proteger y no le importaba morir por eso. Cuando vio que los orcos estaban a punto de alcanzarla miró hacia la muralla, allí estaba lo único que deseaba ver antes de morir. Pero en ese momento vio que su tío ordenaba el impacto de una de las catapultas en su dirección y los cuatro orcos que la perseguían se hundieron bajo la gigantesca roca. Vio a Iskander que abría paso y supo que aún viviría un tiempo más.
Atrás Burgen estaba impaciente por salir, no podía esperar más, su capitán estaba delante de la segunda muralla y a él lo había dejado relegado junto a la caballería. Alaia la centauro estaba junto a él.
“Acá empezó todo… ¿Te das cuenta no?” Él ya había tenido que vivirlo. Esa era su casa.
Goran estaba en la muralla junto a Jazir, disparando al grueso del contingente orco mientras el cadormen daba cuenta de los que pasaban, pero en un momento ya fueron demasiados. Vio a lo lejos a Thelmos que tiraba una flecha y dos bandos orcos se separaron y comenzaron a combatir entre sí. La misión suicida había sido un éxito, habían matado a los clérigos de Orogun. Los orcos de Nazur empezaron a empujar a los orcos azules, rojos y negros lejos de la muralla. El caos se apoderó del ejército orco.
Iskander enseguida ordenó que abrieran las líneas de defensa y dejó pasar a la caballería, Burgen y Alaia a la cabeza cabalgaron sobre el mar embravecido de orcos. La maniobra de avance y retroceso terminó de alejar al desierto las oleadas orcas. Mientras, los pocos que habían logrado penetrar la fortaleza, eran muertos por los arqueros. Y él océano comenzó a retroceder hacia el Norte.

Zug marchó con los orcos de Nazur. Él era un ingeniero y comenzó a escuchar rumores de su gente en el campamento.
“¿Cómo nos podemos estar asociando con esta gente?” y Zug recordaba lo despiadados que habían sido los taurans cuando habían combatido contra ellos. Era verdad que todos creían en el mismo dios del desierto que les pedía conquistar las tierras del otro lado de las montañas, pero esto Nazur no lo compartía. En los últimos veinte años, Nazur había pasado de ser una pequeña ciudad a una metrópolis con granjas, habían comenzado a comerciar y se había instalado la primera universidad. Zug había sido uno de los primeros egresados junto al warlord que los dirigía actualmente. Además se habían encontrado ríos bajo tierra por lo que ya no era una necesidad básica para Nazur “ir a conquistar las tierras del oeste”. Y el general al mando le dijo a Zug:
“Mayor, evite disparar, iremos en la retaguardia, el warlord no está convencido de seguir esta campaña”.
No pasó mucho tiempo hasta que vieron en erupción al volcán de Nazur, que literalmente se estaba tragando a la ciudad. Los diques de la presa que contenía la lava explotaron y muchos orcos retrocedieron para ir en ayuda de sus familias. Un nuevo rumor corrió entre los orcos de Nazur: “¿Y si los hacemos perder? Ellos nos hacen avanzar mientras desprotegemos nuestra ciudad y la destruyen ¡Mayores conmigo!” Todos se presentaron ante el warlord diciéndole que su plan era perder y que iban a permitir al enemigo matar a los clérigos de Orogun. En ese momento vieron venir volando a un dragón que cargaba a dos personas entre sus garras, era Iskander. Todos estaban heridos y fueron a estrellarse directamente en Agun.
“Ese es el general de ellos” les informó y la orden siguiente fue “No intenten detener a los que quieran matar a los clérigos de Orogun”.
En plena batalla y en el fragor del combate, Zug alcanzó a ver a dos elfos infiltrándose entre los orcos. Uno de ellos lo miró y siguió su camino. Zug como habían acordado hizo como si no hubiera visto nada. Poco tiempo después vio caer la bandera blanca de Orogun. El Caos, sin riendas que lo contuvieran se apoderó de las líneas orcas.
Zug observó como la caballería salía de la fortaleza, al frente, un orco sobre un wargo blanco, cargaba junto a los centauros, su armadura brillaba a los primeros rayos del sol que iluminaron el fénix sobre su pecho.
Burgen tuvo que maniobrar para detener a Témpano, tal era el nombre que había puesto a su nueva montura, cuando llegó junto a Zug, él estaba sentado sobre su cañón y ambos se miraron a la misma altura. La boca del cañón era más grande que la cabeza del wargo.
-Burgen, caballero de Haradim- se presentó.
-Zug- obtuvo como única respuesta.
-¿Qué se supone que es eso?
-Un cañón.
-Muy bonito, él es Témpano ¡saluda muchacho!- le dijo palmeándolo sobre el lomo- ¿Qué estás haciendo?
-Tomando sol, esperando.
-¿Qué harás con el cañón?
-Con suerte lo desarmo y lo llevo a casa, si es que queda algo de ella.
-Bueno, esa fue mi casa muchos años- le dijo Burgen, de la fortaleza de Agun se veían ascender columnas de humo de las explosiones ocasionadas por las armas de los taurans.
La caballería retrocedía y Burgen se apresuró a seguirla, no sin antes invitar a Zug a ir con él. Los orcos de Nazur eran recibidos en la fortaleza. Se escuchó la orden de movimiento y los kyloons comenzaron a avanzar. El general le dio a Zug la orden de desarmar los cañones.
-Burgen, hijo de Krugen- se presentó ante el orco que comandaba la escuadra.
-Qué interesante- dijo él mirándolo con sorpresa.

Cuando la batalla culminaba el heredero al trono de Nazur, que había llegado con el contingente de Lile, se asomó a la muralla. Allí estaban aún Jazir y Goran.
-¿Qué paso?- preguntó.
-Los kyloons de Nazur despliegan banderas blancas- le respondió el cadormen.
Y efectivamente el príncipe vio como el ejército de Nazur ingresaba a la fortaleza secundado por los centauros de Gaia.
Era momento de atender a los heridos, y de purgar todos los despojos de la guerra, se apilaron armas por un lado y cadáveres por el otro, tantas vidas perdidas.
Los generales llegaron a la ciudad y fueron recibidos respetuosamente por Iskander:
-Soy Iskander de Lessender, capitán de la orden de Haradim, sean bienvenidos. Tenemos a vuestro príncipe hemos salvado su vida cuando el demonio Broker atacó su ciudad. Lamento que haya quedado dañada.
-Son solo piedras, se puede volver a construir. Sepan que cuentan con lo que queda de nuestras fuerzas.
Jazir bajó junto al príncipe orco con Iskander. Pasaron algunas horas hasta que decidió ir a hablar con su amigo Goran. En el pasillo vio como su sobrina Nike salía de una habitación y cuando la cruzó ella ni siquiera le dirigió la mirada, su prisa hacía parecer como si la hubiera estado persiguiendo el mismo demonio.
Cuando entró lo vio a Goran malherido y con todo el pecho vendado. No tardó en darse cuenta de que su amigo estaba en las malas, aunque parecía reponerse lentamente. Jazir sacó un objeto y se lo mostró a Goran.
-¿Sabés qué significa esto?
-La respuesta a tu pregunta está al sur. Es una pluma de plata, es la insignia de un grupo de magos que imponían el orden entre Bellizard y Garrat hace mucho tiempo. Esta organización tiene poder más allá del que podemos imaginar. Ellos crearon la magia cuando dejó de existir la esencia.
-Esto puede ser la respuesta a lo que está pasando. El tema es saber a quien pertenece. Gracias, mi viejo amigo era todo lo que necesitaba saber- dijo poniéndose de pie.
-Y decile a tu sobrina que voy a estar bien.
-No me va a hacer caso- Jazir ya sabía lo testaduras que eran las mujeres pertenecientes a su familia.

Burgen estaba confundido, luego de que había dicho que era el hijo de Krugen los orcos comenzaron a reverenciarlo y había algunos que comenzaron a seguirlo, custodiándolo, ya el capitán le había entregado la insignia del escuadrón de wargos. Burgen estaba demasiado irritado, él era un caballero de Haradim no un orco de Nazur, y mucho menos, era su padre. Juró que al próximo orco que le hiciera una reverencia iba a recibir un golpe.
-Sé lo que significó mi padre para los humanos, pero me gustaría saber que significó para ustedes los orcos.
-Hace quince años a Nazur llegó un hombre que nos mostró muchas cosas, nos abrió la cabeza, nos enseñó. Gracias a él tenemos una universidad y ya no vivimos en chozas. Él fue uno de los primeros egresados de la universidad y la ingeniería orca es una muestra de que somos una raza similar a los humanos, solo nos queda abolir esa religión de la “tierra prometida”.
-¿Dónde está él ahora?
-Hace dos años que partió al desierto, y no supimos nada más de él.

A la fortaleza se acercaban las legiones del rey Goradim que llegaba, tarde, pero llegaba. A las puertas de la fortaleza lo recibió el líder de a resistencia de Agún, el capitán Iskander, con una reverencia que podría haberse considerado un insulto. A su vez desde Rittardast llegaba el ejército de la reina Amelia, junto a ella cabalgaba Aiko la reina de Haradim.
-Capitán Iskander ¿qué pasó?- El rey vestido con su armadura dorada deslumbrante bajó de su caballo y esperó que sus sirvientes dispusieran su trono.
-Los enemigos no pudieron pasar, buena planificación anterior.
-Anóteme condecorar a los héroes de esta batalla- le pidió a su asistente- Veo que tienen prisioneros…
-Aquí no hay prisioneros.
Iskander narró el papel que habían cumplido los orcos en la batalla y además le informó quien era en realidad Broker y cómo había terminado:
-Eneas alberga demonios bajo su hombro, casualmente Broker era un inquisidor de St. Gernaut- El rey miró a Eneas de una forma que él mismo no esperaba. Jazir estaba cerca ante cualquier eventualidad, se había colocado estratégicamente detrás del sumo sacerdote de St. Cuthbert.

Nike buscó a Lile desesperadamente, Goran se estaba muriendo y había envejecido. Ella tenía la esperanza de que su amiga pudiera ayudarlo. Cuando la encontró Lile estaba acurrucada en el suelo, llorando. Nike se arrodilló junto a ella y la abrazó, le acarició el pelo e intentó consolarla. Se sintió la persona más egoísta del mundo, pero no había pensado en nadie más que en él.
Escucharon el cuerno que clamaba la llegada del rey, y Lile dijo que iría a hablar con Eneas.
-Lile, por favor, necesito que ayudes a Goran- y su voz fue casi un susurro.
-No te preocupes, yo voy a encargarme de él. Ahora vamos.
Cuando estaban por marcharse a Nike le llamó la atención que Leconte se reunía a los recién llegados a las puertas de la fortaleza. Desde la altura donde se encontraba logró distinguir como un fusilero de Josper le entregaba un royo de papel, él lo desenrolló y observó su contenido, al terminar de leerlo dio instrucciones mediante una señal y siguió al contingente. Nike decidió que iba a seguir a Leconte, sin que nadie la viera.

El rey se instaló en su trono y esperó la llegada de su esposa, el primero en entrar a la sala fue el pequeño Daisuke, que corrió hacia Iskander y se abrazó a su pierna. El rey miró con odio a su capitán. La reina cruzó las puertas y Jazir distinguió como lentamente tomó el katar, oculto a su espalda. Cuando el rey creyó que iba a saludarlo ella le clavó el arma en el estómago. La sangre bañó sus pies y el suelo escarlata recibió sus restos. El rey había muerto. Todo pasó muy rápido entonces. La reina levantó en brazos a Daisuke y dijo:
-¡Arrodíllense ante el nuevo rey de Haradim!
Iskander fue el primero en plantar su rodilla en tierra y varios más lo siguieron.
Leconte irrumpió en la sala, los fusileros de Josper rodearon a la reina y le apuntaron. A su lado Iskander había logrado romper el círculo y Jazir había tomado por el cuello a Eneas y lo había utilizado de escudo para entrar al círculo con ellos.
Nike que había entrado detrás de Leconte se preparó para matarlo ante cualquier movimiento sospechoso.
-Su alteza, queda detenida por alta traición.
-¿Bajo qué cargos?
La respuesta a esa pregunta era obvia, todos lo habían visto. El general Leconte respondía ahora al nuevo regente de Imerion y sus órdenes eran llevar a la reina a la capital para que fuera juzgada, pero se olvidó de un detalle, Iskander no iba a permitirlo.
-¡Preparen el escuadrón!- gritó y Burgen que escuchó su llamado le pidió a Milo y a Alaia que lo hicieran. ¿Él seguía siendo un caballero de Haradim ahora? ¿Qué era sino? Esa pregunta dominaba su mente.
-No hay nada que discutir- clamó Iskander- el rey ha muerto, tenemos un nuevo rey.
-General Leconte, esto se puede solucionar de otra manera- sugirió el maestro Davon.
-Aquí tenemos una confesión de puño y letra de la reina Aiko, en la misma dice claramente que iba a matar al rey.
-A ver… muéstreme eso.
Leconte le entregó el royo e Iskander lo rompió en varios pedazos.
-No hay evidencia- concluyó.
Ahora Leconte pertenecía al bando de Sviden, no había mayores dudas. Lo habían ascendido de cargo y su primera orden había sido detener a la reina Aiko.
-Podés soltarme- le dijo Eneas a Jazir.
Burgen ya estaba en la puerta junto al escuadrón y los fusileros no tuvieron más remedio que bajar las armas. En ese momento Jazir soltó a Eneas.
-Ahora tenemos el problema del Norte- le dijo Iskander al elfo- espero que no estés del lado de Broker.
-Ahora que estamos todos más tranquilos… creo que es momento para que alguien de una explicación- dijo Jazir y le mostró la pluma de plata a Davon y a Eneas.
-¿Podemos ir a la sala del consejo? ¿A una habitación con un mapa?- el que habló fue Torin el enano y su practicidad enseguida se contagió al resto.
En la sala se encontraban Iskander, Burgen, Zug y el príncipe orco, la reina Amelia, Davon, Eneas, Torin, Leconte, Jazir, Goran, Lile y Nike que apareció de repente atrás de su tío Jazir.
-Ahora ¿con qué contamos?- preguntó Torin.
-Con lo que quedó de la batalla- le respondió Iskander y le enumeró las fuerzas de las que disponían.
-Y hay una opción más, Eglas- dijo Jazir.
Emme había cruzado el paso de Armellas, habían visto fuego en el Norte, y sabían que estaba cruzando el ejército hacia Rittardast, El enano Torin propuso crear una pared contra las montañas y encerrarlos con la caballería pero para eso…
-Hay que volar el paso de Armellas, no podemos esperar a Eglas, no sabemos si vamos a poder contar con él- la que habló fue Nike.
-¿Estás bien?- le preguntó a su marido. Los demás siguieron hablando pero no le importó.
-Más o menos- le respondió él.
Además había que cubrir Nuredum, allí también había un paso más. Iskander le preguntó a Jazir:
-Qué garantiza que Emme no vuelva a abrir el paso ¿ella podría volver a desbloquarlo con sus poderes?- dijo mirando al cadormen.
-Shezari no dejaría nada librado al azar.
Para llegar a Rittardast con la caballería se necesitarían dos días y había que ganar tiempo.
-La niña podría llevarlos.
Zug mientras dibujaba un plano y dijo que él podía crear algún artefacto móvil que permitiera volar el paso y se ofreció a ir. Jazir también iría, después de todo Emme era su hermana. Zug llevaría a dos orcos más para que lo asistieran a instalar los artilugios.
-¿Vos que vas a hacer?- le preguntó Iskander a Nike.
-Ella no va a ir.
-Yo todavía no decidí que voy a hacer- le respondió enfadada. Pero eso no era verdad, ella ya sabía que con Goran en ese estado no iba a ir a ninguna parte.
Según el enano Torin, ellos eran tres por cada uno de los hombres de Haradim. Estaban en desventaja numérica, nada que ya no hubieran tenido que vivir.
-Lile ¿los llevarías al paso?- le preguntó Nike.
-Quiero saber quién soy y por qué peleo- le dijo la niña.
-Hay que volar el paso para defender a los inocentes que se encuentran en Rittardast.
-Los voy a llevar, pero solo puedo llevar a seis, incluyéndome.
Entonces ya estaba todo decidido, Jazir iría al Norte con Zug, Thelmos y dos orcos ingenieros que los asistirían. Era muy peligroso, pero había que intentarlo. Iskander iría con la caballería junto a la reina Amelia.
-Hay algo que tenés que saber…- le dijo Jazir a su sobrina.
Ella lo miró y le dirigió toda su atención. El tono de su voz hacía prever que era importante.
-Nuestra familia está emparentada con una casa de Garrat. Los cadormen del sur saben que Shezari y vos son las herederas a ese lugar- luego miró al resto- si Shezari muere, ella será la heredera.
Nike se quedó perpleja ¿heredera a una casa de Garrat? ¿Qué significaba eso? Su tío tenía demasiados secretos, pero no parecía querer compartirlos con ella. Ya se había acostumbrado a que todos le ocultaran información, en especial los miembros de su familia. Sabía que si las cosas hubieran sido de otro modo ella hubiera estado ocupando el lugar de Thelmos, matar a Emme era uno de sus objetivos, pero no era su prioridad. No iba a dejar solo a Goran para saciar su sed de venganza. Ya llegaría el momento en que volvieran a estar frente a frente.
En el sur esperaban cuatro legiones de Garrat según los informes que había traído Davon.
-¿Dónde están asentadas las legiones?- preguntó Iskander.
-En Imerion, Josper y Elgart- le respondió el maestro. Pero Iskander pensó que debían solucionar un problema por vez. Luego Jazir sacó una vez más la pluma de plata y la colocó sobre la mesa, encima del mapa. Los miró a Davon y a Eneas.
-Sería bueno que algunos dieran una explicación.
Fue Goran el que tomó la palabra y les explicó exactamente lo mismo que a su amigo Jazir agregando que los métodos que utilizaba esta orden no eran del todo “sanctos”
-¿Quién te dio eso?- le preguntó Nike a su tío.
-Shezari- Él jamás la llamaba Emme- deberíamos averiguar a quién pertenece.
-¿Puedo quedarme con ella?- le preguntó Goran y se la guardó ante la afirmación de Jazir.
El Consejo llegó a su fin, todos sabían cual sería su camino y se despidieron. Lile se dirigió hacia una de las torres junto a los que transportaría al Paso de Armellas, les dijo que ella los llevaría y luego iría a buscar a su tío Eglas, una vez que escuchara la explosión volvería a buscarlos. Jazir se despidió de todos, pero no logró juntar coraje para despedirse de su sobrina, o temió que ella hiciera preguntas que no estaba dispuesto a responder, por el momento.
-Espero volver a verte, necesitamos a gente como tú en el futuro- le dijo Goran.
-Eso si logro que haya algún futuro- le respondió- Protege a Nike- y le dejó un sobre para ella.
Iskander preparó a la caballería y cuando estuvieron listos para partir lo vio a Burgen esperando junto a la tumba de su madre. Cuando él fue a dejar el casco Iskander le dijo que a su madre no le hubiera gustado que lo dejara. Burgen se levantó y siguió a su capitán. Iskander se llevó uno de los caballos del establo, uno de los que Burgen mismo había criado. El orco vio que a la entrada de la fortaleza lo esperaba su escuadrón de wargos.
-No los voy a poder nombrar a todos caballeros, no tengo tanto poder- le dijo Iskander sonriendo.
-No, pero podés armar tu propia orden- le dijo Milo.
La última noticia que obtuvieron fue que Leconte iba a escoltar a Davon y a Eneas hacia Imerion para que estuvieran a salvo, la reina Aiko permanecería en la fortaleza de Agún.
Goran estaba mirando sobre la muralla los preparativos de la caballería, a su lado estaba Nike. Un rayo de luz azulada iluminó el cielo, ya el sol se ocultaba en el horizonte. Lile había transportado con éxito a los encargados de la misión. A Nike le hubiera gustado acompañar a su tío pero su lugar estaba allí. Goran le dijo que iría al Lago de Cyro, tenía que hablar con Davon, no se ausentaría más de un día. Ella lo miró incrédula:
-Vos no vas solo a ninguna parte- le dijo terminante.
-Son solo algunos kilómetros, mañana voy a estar nuevamente en la fortaleza. Quedate protegiendo a la reina.
Parecía que Goran no entendía que ella no iba a dejarlo ir fueran los kilómetros que fueran.
-No voy a dejar que vayas solo.
Ya lo había dejado solo una vez y el resultado había sido arrepentirse los siguientes quince años de su vida. No lo iba a hacer una vez más.
-Voy a estar bien, además acá vas a estar a salvo.
-No me preocupo por mí.
-¿Querés venir conmigo?
-Sí- le respondió como si le estuviera preguntando algo obvio.
-Entonces vamos- fue su respuesta.
Nike abrió la carta de su tío, era básicamente una despedida.
“Disculpame por no haberme despedido personalmente, te pido que por favor confíes en mí Nike, Shezari no es lo que todos creen.” Ella confiaba en él, en la que no confiaba era en su hermana. Lo que había sufrido, pero más aún, lo que había sufrido Goran por su culpa, eso no iba a perdonárselo nunca.

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