Haradim II

El regreso de los héroes

lunes, 30 de marzo de 2009

Fecha 9: 22/03/09



En un momento de la noche Iskander me llamó y me dijo:
-Quiero que te asegures de que Aiko llegue a Hattori después de todo esto…
-¿Por qué me pedís eso? No vas a morir…- era más un deseo que una creencia.
-Cuando todo termine voy a destruir tu espada.
-No es mi espada, pueden destruirla por mí. Me hablás como si no fueras a volver- pero yo sabía que era muy probable que ninguno de nosotros volviera.
No me dijo nada, pero supe que él planeaba sacrificarse en caso de ser necesario. Lo miré a Goran, estaba segura de que él iba a hacer lo mismo.
La noche terminó y fuimos a descansar, algunos más que otros, obviamente no iba a desperdiciar mi última noche con él.
A la mañana temprano escuchamos el sonido del avance enemigo, nos calzamos las armaduras y salimos a un día sin sol.
-¡No habrá amanecer para la humanidad!
Vi que Iskander se subía a un dragón rojo, seguramente era Jaria, que con su aliento de fuego roció a los no muertos que se retorcían a su paso. Zug se apresuró a volar los puentes que llegaban a la ciudad, pero los no muertos tendieron puentes de carne, eran del mismo Jurgenot. Zug acomodó los cañones hacia los nuevos puentes pero no alcanzaban, eran demasiados.
-¡Milo! ¿Donde mierda estás?- Escuché gritar a Burgen que cubría uno de los puentes cerca mío. Entre Iskander, él y yo cubrimos los pasos que habían formado los puentes hasta que Milo estuvo en posición, pero la marea negra nos superaba y tuvimos que replegarnos hacia el castillo.
-¡Tenemos que hacerlo ahora! Nike llevanos al Jurgenot- me dijo Iskander.
-Lo siento, yo nunca estuve dentro del Jurgenot, no sabría como llegar allí- dije y le tendí la espada a Burgen, pero Goran me interceptó y se la entregué a él.
-Posiblemente Vecna tenga un campo antimagia- dijo Goran.
-Menos cháchara y más acción- le dijo Iskander.
Goran abrió una grieta en el espacio con la espada, del otro lado vimos el interior del Jurgenot, estaba lleno de criaturas horribles. Iskander y Burgen pasaron primero cargando, los demás los fuimos siguiendo. Mi tío y yo, Lile, Trenton y Zug, por último pasó Goran que guardó la espada y se preparó para combatir a los primeros no muertos que nos habían visto.
El primer combate no nos llevó mucho tiempo y no presentó mayores inconvenientes en esta etapa, pero eran demasiados. Iskander intentó cubrir la entrada con un pedazo del Jurgenot, pero seguían viniendo igual. Cubrimos a Lile entre todos mientras ella trataba de identificar la mayor fuente de poder. Lile señaló hacia arriba y yo grité:
-¡Está arriba!
Jazir convocó un murciélago de sombras y nos llevó a Lile y a mí. Goran desplegó sus alas y se llevó a Trenton con él, mientras Iskander en su forma dracónica llevaba a Zug y levantaba a Burgen con telekinesis. Ahora el problema iba a ser “el techo”. Iskander quiso cargar con su lanza, pero el caballo lo hizo entrar en razón.
-¿Y si vamos por una bahía lateral? Digo… para no morir.
Iskander bajó a Burgen cerca de una de las bahías laterales y fue hacia la otra. Tuvimos que decidir, el camino donde estaba Burgen fue el elegido, decidimos seguir todos juntos por ahí, no convenía dividirnos. Empezamos a subir y el pasillo se fue haciendo cada vez más estrecho. El lugar se parecía demasiado a Nuredum. Llegamos hasta el final del pasillo y vimos una escalera caracol subir hacia donde Lile había sentido a Vecna. No había forma de pasar con las monturas así que Goran usó la espada para abrir una grieta y enviarlas hacia Imerion. En ese pequeño resquicio pudimos ver como Emme trataba de detener a los no muertos y Jaria controlaba el clima a su favor. Muchos soldados yacían muertos en la ciudad.
-Tenemos que apurarnos- dijo Iskander al ver ese cuadro.
-Sino vuelvo Anya es tu jinete- le dijo Burgen a su amigo Témpano y se despidió de él. La grieta se cerró y lo vi a Trenton con la expresión de quien pierde su última oportunidad, pero se quedó con nosotros a pesar de todo.
Seguimos camino por la escalera y llegamos a un pasillo con rejas de metal, en las paredes vimos unas especies de crisálidas, llenas de un líquido verde, dentro había personas (o lo que quedaba de ellas).
-Esto no será el alimento del Jurgenot- dijo Burgen- ¿No podemos sacarlos?
Iskander rompió una de las crisálidas pero vio como el líquido se volvió sólido al contacto con el aire y dejó atrapado en su interior al pobre individuo.
-Creo que no podemos hacer nada…- dijo.
Escuchamos gritos a lo lejos, era escalofriante ese lugar. Parecía que el sonido provenía de unas celdas cerca de allí.
-Eso fue lo que te pasó a vos- le dijo Goran a Burgen. No suite a lo que se refería y no quise saberlo.
-¿Por dónde?- le preguntó Iskander a Trenton, y él señaló el camino. Todos vieron gente conocida en las crisálidas y en las celdas, el ánimo de todos comenzaba a flaquear pero Iskander nos dio ánimo.
-Continuemos, no es el momento para que nos asustemos.
Caminamos bastante más, siempre subiendo, hasta que llegamos a una sala con un enorme cristal verde. Iba desde arriba hacia donde estábamos nosotros y bajaba por el centro de un gran agujero hacia abajo. Creímos que esa era la fuente de energía del Jurgenot y probamos todas nuestras armas, incluso la espada de los planos, pero era inútil, no le hacíamos nada, solo algunos rasguños. En un momento se abrió una vaina y Goran gritó que nos agarráramos de algún lado, así lo hice, en ese momento un horrible rayo negro salió disparado y a lo lejos vimos como caía una de las torres de Imerion.
-Hay que romper eso- dijo Burgen viendo lo que podía hacer.
Vi que mi tío entraba al mundo de las sombras y se metía adentro del cristal, no sabía lo que intentaba hacer pero al poco tiempo unas gritas aparecieron en el cristal. Burgen le dijo a Zug que intentara usar el martillo en el momento en que la vaina se abriera y él así lo hizo. Cuando el rayo negro se preparó para disparar mi tío ya estaba afuera y vio como el cristal comenzó una implosión gracias al martillo de Zug que le había cortado el escape. Todo comenzó a temblar y vi que Trenton cayó por una baranda, por suerte mi tío logró agarrarlo antes de que fuera demasiado tarde. El Jurgenot cayó, ahora estábamos en su cuello y nos apresuramos a seguir subiendo.
Llegamos a una explanada y vimos unas enormes columnas, tenían esculpidas figuras de elfos y hombres, y las figuras comenzaron a moverse y a desprenderse de la piedra.
-¿Quién osa despertar al jurado eterno?
-Venimos por Vecna- dijo Iskander.
-Venimos a detenerla antes de que arrase nuestro imperio- dijo Burgen- ¿ustedes están de acuerdo?
-Nosotros somos la muerte.
Y estos enemigos no eran como los que habíamos combatido hasta entonces. Fui contra uno de ellos y recibí grave daño, en el fragor de la lucha sentí que una enorme energía salía de mi mano, no entendí que era pero supe que si lo aplicaba al golpe podría destruir casi cualquier cosa. La figura contra la que combatía cayó destruida cuando mi cimitarra imbuida con ese poder la tocó. Me quedé mirándome la mano, jamás había sentido ese poder.
Goran agarró del cuello a otro de ellos y el anciano pareció resucitar. Vi como lo estranguló con su brazo sin piedad, al igual que Burgen cuando destruyó a otro con su gran espada. Iskander cargaba una y otra vez con su lanza y Jazir usó por primera vez la espada que le diera Sviden, parecía que los dragones de la hoja volaban a su alrededor cuando él la blandía. Pero lo más impresionante fue ver a Zug revolear su martillo por el aire y estrellar contra la pared al que ostentaba la corona. Todos sabíamos que ese era el espectro más poderoso, y él lo derrotó con un solo golpe de su martillo.
Solo quedaban dos y Goran le dijo a uno de ellos.
-Sería bueno que nos digas donde tenemos que ir…
-Eh… sí… por acá- dijo la figura. Al ver derrotado a su líder la otra volvió a su puesto en la columna y ésta nos llevó hacia Vecna.
Seguimos un poco más solo para llegar a otro cuarto con más enemigos, y uno de ellos tenía la fullblade que había sido de Burgen. No quería combatir con él si portaba esa espada, realmente creo que ese fue el único momento en el que realmente me asusté. Los enemigos eran enormes y estaban totalmente cubiertos por sus armaduras. Y no sé qué fue lo que ocurrió pero quedé ciega y sorda por un instante. Cuando volví a ver Burgen le cortaba la cabeza a su enemigo y recuperaba su espada una vez más. La colgó a su espalda y continuamos camino. Goran me agarró de la muñeca y me dijo:
-La próxima vez que te pongas en peligro te mato yo.
-Pero… estábamos rodeados, tenía que combatir.
Goran parecía nervioso, lo seguí sin decirle nada más.

Subimos la última escalera. Al final de un pasillo, sentada sobre un trono nos esperaba una mujer morocha, tenía un ojo verde, del otro lado la cuenca vacía, y le faltaba una mano. La custodiaban dos hombres ancianos, decrépitos, como los que habían salido de las columnas. Detrás un monstruo gigante con una armadura llena de pinchos de los que colgaba carne seca y putrefacta. A su derecha un hombre rubio, muy blanco, y a un flanco cinco caballeros como el que había quitado a Burgen su fullblade.
-Llegaron hasta acá solo para morirse… ¿no podrían haberlo hecho abajo?
Si había estado asustada hasta ese momento lo que sentí entonces no sé que era, estaba aterrada, pero me tragué ese miedo, ahora era el momento de la definición, o moríamos nosotros o moría ella. Y me gustaba más el “moría ella”.
Iskander, Burgen y Goran se plantaron para defendernos, Trenton estaba al lado del Lile custodiándola. Zug esperaba la ocasión para arrojar su martillo. Jazir y yo estábamos listos para flanquearlos. Primero había que derrotar a esos cinco. Pero Vecna no iba a hacernos las cosas tan fáciles y nos arrojó un hechizo en el que tanto Trenton como yo quedamos paralizados. Los demás poco a poco fueron derrotándolos. Vecna en un mal movimiento de Burgen se quedó con su espada de lava y él volvió a usar la fullblade, todos escuchamos el sonido cuando la activó y dobló su tamaño, había ido a socorrer a Jazir que ahora se batía con el hombre rubio.
Goran había quedado rodeado por dos y cayó de rodillas al suelo ante los golpes de ambos, lo vi caer pero no pude hacer nada por defenderlo. Zug le arrojó su martillo a uno de los atacantes y fueron contra él. Lile que se había quedado sin poder decidió utilizar su propia vida para ayudarnos. Un círculo mágico se dibujó bajo ella y dijo:
-Nos vemos.
En ese momento cayó al suelo muerta mientras todos los efectos que nos habían logrado alcanzar se desvanecían y nuestras múltiples heridas sanaban.
-Ahora sí me hiciste enojar- le dijo Iskander.
Vecna que vio como todos sus ayudantes desaparecían uno a uno, y luego de que Iskander arrollara de un solo golpe al monstruo con la armadura de pinchos, nos arrojó un poderoso rayo de energía necrótica. Corrí hacia Goran e intenté cubrirlo con mi cuerpo aunque sabía que no iba a servir.
El poderoso rayo de Vecna había logrado alcanzar a Zug de lleno y Goran sin siquiera mirarme y sin decirme nada se acercó a él y le dijo:
-Te entrego mi vida- y Zug volvió a nosotros. Su primera acción fue arrojar el martillo hacia Vecna pero vio como este rebotaba en una barrera invisible y volvía hacia él. Vecna y su ayudante rubio, el último que quedaba y cuya piel blanca resplandecía con la luz, eran inalcanzables mientras no pudiéramos romperla.
Solo quedaba una opción, me introduje al mundo de las sombras y como supuse crucé la barrera. Me planté frente al hombre que la protegía creyendo que él era el responsable de la barrera, pero hubo algo que me llamó la atención debajo del trono. Recordé que Lile había dicho antes de morir que allí se encontraba la mayor fuente de poder. Sin pensarlo siquiera me arrojé debajo del trono y vi una máscara. La tomé en mis manos y la alejé de ellos, en ese momento la barrera se deshizo.
“Poneme” escuché que me decía una voz…
“Nunca” pensé. Tomé mi cimitarra y la clavé en la máscara atravesando también mi propia mano con ella, no podía arriesgarme a soltarla ni por un segundo.
La máscara cayó destruida y vi como la sangre bañaba la palma de mi mano.
Iskander y Goran cargaron contra Vecna. Goran abrió una grieta con la espada de los planos mientras Iskander la atravesó con su lanza y se la llevó con él. Antes de que se cerrara el portal arrojó hacia fuera su lanza, solo un arma con un espíritu elemental podía destruir la espada de los planos, no podía llevársela. Pero cuando creyó que jamás iba a volver a su plano original sintió que alguien lo empujaba contra la grieta y se quedaba en su lugar. Goran lo había salvado, sacrificándose él mismo. La espada ya no estaba en este plano, y supe que ya no lo volvería a estar, ni la espada, ni Goran y mi alma que se había ido con él.

El Jurgenot comenzó a convertirse en cenizas y mientras caíamos sin remedio al suelo, las águilas de Shezabé nos elevaron por los aires y nos llevaron hasta Imerion. Desde el cielo vimos el desastre que habían causado los no muertos, ahora desintegrándose en polvo.
-¡Tienen que ayudarlos!
-¿Pero cómo? Ya no tenemos magia…
-Como sea…
Pasaron los días y unos antes que otros nos fuimos recuperando. Burgen ahora capitán de la orden de caballeros de un reino sin nombre intentaba organizarlos como podía. A su lado estaban Milo, su primer ministro de guerra y Anya, la segunda al mando. Aiko estuvo todo el tiempo al lado de Iskander, no se movió del lado de su cama todos los días que el estuvo recuperándose.
El luto por la muerte de Lile duró siete días, sus exequias fueron con todo el honor que merecía y sus amigos estuvimos allí para darle nuestro último adiós, algunos llorando, otros en silencio, otros cabizbajos, a partir de ese día St. Cuthberth desapareció para convertirse en St. Lile.
Zug tomó el puesto como warlord, sé que nadie lo hubiera podido desempeñar mejor que él.
Mi madre y mi tía desaparecieron, ninguna de ellas se despidió de mí. Le habían dicho a Jazir que ellas debían “desaparecer de la historia” (Y de mi vida. Está bien, después de todo, ni mi madre ni mi tía habían estado jamás en mi vida. Aún así les agradecí el haber estado conmigo ese poco tiempo).
Trenton volvió a Rittardast, solo uno de cada diez en su reino habían sobrevivido la guerra. Amelia había muerto y ahora él los dirigiría.
La noticia que más me alegró fue la de Selene, estaba embarazada, y verla tan feliz al lado de mi tío era un consuelo para mí.
Sé que sin esas grandes o pequeñas cosas yo me hubiera matado. Sino hubieran estado allí Iskander, Selene, mi tío, Burgen, Zug, Trenton, Mael, no hubiera dudado en quitarme la vida.
Pasaron tres meses desde el día en que el cielo se oscureció y en ese tiempo no hablé, escuchaba lo que me decían pero no contestaba o no emitía opinión. Fui a ver a Iskander varias veces, una de ellas me dijo:
-Fue un idiota, no tenía por qué hacer eso…
Yo rondaba por todos lados, veía lo que hacían Burgen y Zug, tomaba alguna copa con Selene, recorría la ciudad, sin saber a donde ir, pero sin querer frenar, sentía que si en algún momento me detenía no iba a poder seguir adelante.
Mi tío y Selene me obligaron a volver a Firehorn. Todos comenzaron a llamarme “Lady Nike” y supuestamente me obedecían, pero yo no decía nada, solo era una figura y mi tío era el que decía lo que se tenía que hacer.
Firehorn había vuelto a ser un lugar gris, llovía ceniza y el volcán estaba aún activo, aquellos que no podían soportar los vapores se cubrían con máscaras o llevaban capuchas. Era una ciudad de espectros, un buen lugar para mí.
Entré a una taberna, recordé los días que había estado esperándolo allí, hacía más de quince años. Había llorado, sí, pero nunca enfrente de los demás. Me sirvieron un trago, yo no tenía expresión en mi rostro, estaba viviendo a medias. Creo que ahora me parecía mucho a un no muerto.
Un hombre encapuchado entró a la taberna y me preguntó.
-Disculpe ¿puedo acompañarla?
Levanté los hombros, una señal que ahora usaba muy a menudo y que significaba que todo me daba igual. Selene la odiaba.
Se sentó al lado mío y vi como apoyó su brazo de metal en la barra.
-Un vaso de vino por favor…


FIN

PD: por ahora… ^^
PD 2: Me pregunto qué hubiera pasado si no me hubieran salido dos 20 en las dos tiradas de voluntad que tuve que hacer cuando sujetaba la máscara de Máscara de los Inviernos...

domingo, 22 de marzo de 2009

Fecha 8: 15/03/09

Javaren


Extracto del diario de Nike Baenre.
Un día antes de la Batalla de Imerion.
Año 62 DBN.


Salimos de Josper camino a Imerion. Era la primera vez que iba a esa ciudad, jamás había tenido la posibilidad de ver “la ciudad de los reyes”. Hicimos un alto en el bosque y fui a hablar con Selene, creo que aún no me animaba a conversar con mi madre, aunque en ese momento fuera inconsciente.
-Selene ¿estás bien?
-Sí.
No me lo creía, le toqué el hombre, ya no estaba helado, era otra vez la calidez de mi amiga. Casi no podía creer que estuviera otra vez allí conmigo. Selene me señaló hacia Nuredum, el cielo sobre las montañas estaba cubierto de nubes negras.
-Es lo que vio Lile, va a salir el Jurgenot.
-Puede que ya haya salido…
Eso no era nada bueno, pero no había mucho que pudiéramos hacer.
-No tiene sentido ir ahora- le dije.
-Sería ir a la muerte.
-Me da miedo preguntarte qué pasó en Agún- ella hizo una mueca, como diciéndome que ni siquiera podría imaginármelo- No quiero saberlo. Perdoname por haberte dejado sola.
-Ahora estoy acá otra vez.
-¿Quién te trajo?
-Tu tío. Me sacó de Estigia y después me llevó al infierno a buscarte- Definitivamente mi tío no era lo que se puede llamar “un romántico”…
-No, mi tío no iba a buscarme a mí, iba a buscar esto- le dije señalando la espada de los planos.
-Ah! Mirá vos…
-Él no sabía que estaba ahí, y no era mi idea tampoco terminar en el infierno. Se encontró conmigo por casualidad.
-No te puedo dejar sola que te mandás una cagada tras otra.
-¿Cuál de todas?- le dije sonriendo.
-No sé… vos decime…
-Bueno, si te referís a las recientes… a ver, vayamos de atrás para adelante. Me casé con el rey de los demonios, antes de eso me fui con mi primo Orión y destruí su ejército en Nuredum cuando fui en ayuda de Zug… Te dejé sola en Agún…
-Te enamoraste de un generalcito, te fuiste a Josper a trabajar de prostituta y resultó que ¡Emme es tu madre!
-Yo no puedo elegir a mis padres.
-Emme, tu peor enemiga- dijo acentuando la última palabra.
-¡Ya sé! ¿Qué querés que haga?
-Está claro que no puedo dejarte sola…
Sonreí, yo había sido la que la dejó sola y en Agún había muerto por mi culpa.
-Ahora tengo que hablar con ella…
-¿Con tu tía? Digo… con tu madre… ¿por qué mejor no descansás un poco?
-Está bien, tenés razón.
Me acosté a su lado y del cansancio me dormí apenas apoyé mi cabeza sobre la capa hecha un ovillo. No era cómodo pero estaba con Selene, lo demás no importaba. Me dormí pensando en Goran, Burgen y Zug, rogaba que estuvieran bien.
Al día siguiente seguimos camino a Imerion. Cuando llegamos y vi la ciudad entendí por qué le decían “la ciudad monumento”. Dos enormes puentes eran los únicos accesos a la isla, una avenida principal iba directo hacia el palacio con techos de cristal, dos avenidas laterales la secundaban. Haradim había hecho construir la ciudad en honor a sus victorias. No era la idea que el enemigo llegara hasta allí, la ciudad era prácticamente indefendible. La muralla, si es que podía llamarse así, parecía de papel. Tenía dos torres principales, la de St. Cuthberth, que anteriormente había sido la sede de los caballeros de la Orden de Haradim y la torre que ahora era la sede de los ministerios. Habitaban allí trescientas cincuenta mil personas, ahora eran muchas menos, los civiles habían sido evacuados.
Cabalgamos directamente al palacio, por la avenida principal se hallaban las estatuas de los héroes de Haradim, alcancé a leer Balder y varios otros nombres más que no conocía hasta que llegué a Zelgaris, mi tío, esposo de Shezabé. Recordé el cuadro en Hidden Forest, era muy parecido. Había creído por unos días que él era mi padre. Me pregunté quién lo sería ahora, era un misterio. Aún no había logrado juntar fuerzas para hablar con Shezari.
Un guardia nos detuvo, le entregué la carta que me había dado Burgen y nos dejaron continuar. Cuando llegamos cerca del palacio Shezari me dijo:
-Dame eso- y me pidió la carta.
-¿Qué vas a hacer?
-Vos dámela.
En fin, era Emme, no iba a cambiar porque fuera mi madre.
Entró mostrando el papel, dudo que alguien lo pudiera haber leído, iba caminando demasiado rápido y comenzó a abrir las puertas con telekinesis. Los guardias se paralizaban a su paso. La seguí, no iba a permitir que cometiera ninguna locura. La sala tenía una enorme escalinata que llegaba hasta el trono, me recordó bastante a la sala del trono de Azmodeus. Sviden estaba al fondo, sentado en su pequeño trono, una mesa llena de papeles se interponía entre él y los visitantes. Emme se quedó atrás junto a Jazir y a Selene, yo avancé. Me senté frente al escritorio y él dejó de firmar los papeles para mirarme.
-Nike, qué sorpresa- aunque no parecía sorprendido.
-Me gustaría que me responda algunas preguntas.
-¿Y por dónde querés que empiece?
-Cincuenta y dos años atrás.
-A ver, creo que no entendés…
-Por eso, vine a que me explique. Empiece por cincuenta y dos años atrás cuando me separaron de mi madre ¿usted conoció a mi abuela no?
-Hace cincuenta y dos años nació una heredera a una casa de Garrath… y teníamos que protegerla.
-Y por eso me separaron de mi madre…
-Ella también estaba en peligro ¿Por qué te pensás que decidimos hacerlo? Para que no lograran manipularte, para que no pudieran convertirte en el nuevo emperador. El problema fue que Shezabé no pudo hacerlo y te entregó nuevamente a tu abuela, pero habíamos logrado ocultarte.
-No me parece una buena razón para separarme de mi madre y decirle que había muerto… pero bueno, ya que ustedes son los que saben, ahora nosotros tenemos que lidiar con las consecuencias de sus malas decisiones, así que supongo que nos van a ayudar con eso- dije señalando hacia fuera.
-Yo ya no tengo más que hacer, mi tiempo ya pasó.
-O sea que se va a lavar las manos…
Él sacó una cajita y me la entregó. La abrió frente a mí, era una pluma de plata igual a la que tenía mi tío Jazir, y que le había entregado mi madre.
-¿Qué es esto?- le pregunté.
-Eso es el símbolo de una organización secreta, “la pluma de plata”.
-Mi madre tenía una igual ¿de quién es?
-Esa es mía, la otra era de Balder- había visto su estatua afuera, parecía alguien importante.
-¿Quién es Balder?
-Es tu padre… y también es el padre de Iskander.
¿Qué? ¿Mi padre? ¿El padre de Iskander?
-Eso no puede ser… yo soy cadormen y él es semidragón.
-Vos sos semicadormen y él es semidragón. Cuando no pudieron crear un nuevo emperador usándote a vos, fueron en busca de otro.
Ahora estaba demasiado confundida como para seguir hablando.
-Bueno, creo que hay alguien a quien tiene que darle explicaciones ¡Shezari!- la llamé, creo que era la primera vez que la llamaba así- Ahora va a tener que explicarle por que la separó de su hija por cincuenta y dos años.
Me levanté y vi como ella tomaba mi lugar. Lo agarré a Jazir del brazo y lo conduje hacia fuera.
-Vamos, hay cosas que hacer.
Sabía que Trenton estaba en la ciudad, había visto a los jinetes de Rittardast entrar en formación poco después que nosotros, así que fui a buscarlo. Mi tío desapareció una vez más y yo me dispuse a ver con qué contábamos. Los números eran tan desalentadores que la batalla parecía perdida antes de comenzar. Treinta mil campesinos, hombres y niños que con suerte podían sostener un arma, diez mil jinetes a las órdenes de Trenton, veinte mil hombres de las fuerzas de Haradim, no mucho mejor entrenados que los campesinos, quince mil más entre arqueros de Elgart, cadormen, centauros, y una legión de Garrath de cinco mil hombres a las órdenes de un niño que no parecía mayor de diecinueve años. Cuando Trenton me lo señaló no lo podía creer ¿ese era V’nef Aradiel?
-No te preocupes- le dije- cuando llegue Iskander seguramente él los comandará- y pensé en lo que me había dicho Sviden, él era mi hermano, aún no podía creerlo… pero me alegraba que así fuera.
Decidí ayudar con la muralla, no había mucho más que pudiera hacer.

Estaba ocupada ayudando a reforzar la muralla, hacía casi cinco días que no dormía, cuando escucho que alguien me dice:
-No te va a servir de nada hacer eso- era mi madre.
-¿Podrías ayudar no?
-Vení- me dijo y me agarró de la mano. Me llevó hasta la muralla y me mostró las afueras de la ciudad.
-Hay otras cosas que podemos hacer.
-Sí, tirar abajo los puentes, pero nos pueden bombardear…- le dije. Mientras pensaba que necesitaba que Zug llegara rápido. Él iba a saber cómo reforzar la muralla.
-Esa muralla no va a resistir.
-Al menos estoy intentando hacer algo… Yo no sé de estrategia, tenemos que esperar que lleguen Iskander, Burgen o Goran.
-Hay gente capacitada acá.
-Sí, Trenton, ya hablé con él.
-No entendés, cualquier estrategia no va a servir de nada. Hay una sola forma en que podemos ganar esta guerra.
-¿Qué sugerís?
-Esa espada, hay que enviar a Vekna a otro plano, pero para eso tenemos que entrar adentro del Jurgenot. Luego hay que destruirla.
Lo decía como si fuera muy fácil.
-Eso no es algo que voy a decidir yo sola…
-¿Y si tuvieras que hacerlo?
-Lo vería en el momento.
-Ay sí… lo vería en el momento…- dijo con esa voz que odiaba que usara. Pensé: “Es tu madre, es tu madre”. Bueno, no iba a cambiar de un día para el otro.
En ese momento apareció Jazir.
-Hola tío.
-Buenas…
-Tenemos que esperar que lleguen los demás, seguramente mi hermano Iskander sabrá que hacer.
-¿Qué?- dijo Shezari.
-Sí, Iskander es mi hermano.
-¡Ah bueno!- dijo Jazir.
-¿Y quién te dijo eso a vos?-me preguntó mi madre.
-Sviden
-¿Y le seguís creyendo a Sviden?
-¿Conocés a un tal Balder?
La expresión de Shezari cambió por completo.
-Bueno, Balder es el padre de Iskander, así que si lo conocés entonces también es el mío.
Ella me miró como confirmándome que sí lo conocía.
-¡Ah mirá! Seguro ese de allá también es tu hermano. Ese maldito…- empezó a señalar a cualquiera diciendo que todos podían ser mis hermanos.
-Entonces es verdad lo que me dijo Sviden- creo que estaba demasiado feliz con esa noticia, siempre había querido tener un hermano.
-¿Y vos que pensás hacer?- le dijo mi madre a Jazir.
-Ir a Athos. Pero necesito ayuda para llegar ahí…- seguramente estaba pensando en la espada.
-¿A Athos? ¿Para qué?- le pregunté.
-Tengo unos asuntos que solucionar con mi tío.
-¡Hola! Hay una guerra allá afuera, ¿no podés hacerlo después?
-Es igual a vos…- le dijo a mi madre.
-Si querés yo después te acompaño a ir a matar a tu tío, pero ahora necesitamos ayuda acá, ¿por una vez podés pensar un poco en los demás en vez de pensar en vos?
-No, no puedo, a ver… soy cadormen.
-Bueno, mirá todo lo que pasó por los que piensan como vos.
-Tiene un punto- le dijo Shezari- Ah… había una cadormen ciega afuera, creo que te estaba buscando.
Jazir salió disparado en cuanto escuchó eso.
-¿Quién es esa?- le pregunté.
-El amor de su vida.
-¿Por qué mi mejor amiga se tenía que enamorar de él? En fin, espero que no se haya enamorado en serio.
En ese momento escuchamos un cuerno, miré y ya sobre la ciudad se acercaba un ejército de veinte mil hombres, a la cabeza iban Milo y Anya, unas veinte águilas gigantes los seguían desde el cielo. Era Shezabé. Fui a recibirlos y ellos me dieron la noticia, Burgen estaba muerto, no podía asumirlo, pero las lágrimas brotaron de mis ojos confirmándomelo.
-¿Dónde está Goran?
-La última vez que lo vimos había cargado directamente contra el Jurgenot- me dijo Anya.
No lo dudé, definitivamente Goran hubiera hecho algo como eso sin pensar en su vida ni en las consecuencias. Que me dijeran eso fue lo mismo que me dijeran que había muerto. Vi que Shezabé entraba a la ciudad sin frenarse a saludar a nadie, no me importó, estaba demasiado ocupada llorando.
-Burgen… Burgen…- repetía una y otra vez, tenía miedo de nombrar a Goran, no podía asumir esa realidad. Goran no podía estar muerto ¿por qué siempre me dejaba sola? Estaba llorando en un rincón y la única que vino a consolarme fue mi madre.

No sé cuantos días, horas, minutos pasaron hasta que llegó una segunda comitiva. Miré a lo lejos y lo vi a Zug sentando sobre su cañón, grité su nombre desde la muralla y él movió su mano para saludarme, fui a recibirlo, fue una gran alegría volver a verlo.
-Zug que bueno que viniste, tenemos una muralla que reforzar- le dije cuando estuve a su lado.
-Tengo varias ideas.
-Te lo encargo.
Y no pude reprimir las lágrimas de emoción cuando vi que Burgen cerraba la fila. Venía totalmente desnudo, sin espada, sin armadura.
-¡Tapate!- le dije y le arrojé mi capa- ¡Tonto! Me dijeron que habías muerto.
-Yo le ofrecí ropa pero no quiso- me dijo Zug.
No pude evitar sonreír.
-¿Dónde está el cuerpo?- le dije ahora muy seriamente.
-¿Qué cuerpo?
-El de Goran- mi expresión había cambiado por completo. Él miró hacia atrás y dijo:
-¡Hablá estúpido!
Había un hombre que venía detrás de Burgen, él era tan alto no había logrado verlo. Se sacó la capucha, era Goran y le faltaba un brazo.
-¿Vos crees que un Jurgenot puede matarme?- me dijo.
Corrí hacia él y me abracé a su cuello. Él me abrazó con el único brazo que tenía y nos besamos.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-Sí.
-Hay que decirle a Lile que recupere tu brazo.
-No te preocupes, no quiero molestar a esa niña. Tengo otra idea.
Vi que Burgen se dirigía hacia el palacio con Zug.
-Necesito que me lleves con el líder de las tropas de Garrath.
-Deberías descansar un poco.
-Primero llevame con él. No tenemos mucho tiempo.

Burgen fue a buscar primero a Milo y a Anya, ambos ya se encontraban en debate con Trenton. Fue tal cual estaba, con mi capa de taparrabos.
-¿Podés vestirte no?- le dijo Anya, pero lo abrazó y lo besó, estaba feliz de verlo otra vez con vida, quién más que yo para entenderla, no era una tarea fácil para los que se quedaban esperar a aquellos que habían ido a combatir.
-Capitán- le dijo Milo.
-General- lo corrigió Burgen- preparen a todo el ejército, que estén formados a mi regreso. Voy a hablar con Sviden.
-Así lo haremos, General.
Y ahora sí Burgen se dirigió hacia la sala del trono a hablar con Sviden. Creo que ese día estuvo más solicitado que nunca, todos queríamos hablar con él.
-General, ¿cómo le va?- le dijo Sviden.
-Buenas tardes. Tengo algunas preguntas para hacerle. Además necesito que me ayude a conseguir nuevo equipo. El mío lo perdí adentro del Jurgenot.
-Vamos primero con las preguntas entonces…
-Quiero saber de mi padre.
-Él fue un gran hombre, es una pena pero él esta muerto. Fue hace dos años.
-¿Dónde?
-En Bakun, al sur de las Tierras Salvajes.
-¿Qué fue a hacer allí?
-Lo mismo que hizo en Nazur, tratar de expandir su mensaje. Los orcos tomaron a mal que los fueran a civilizar. Es una gran pérdida, no todos pudieron comprenderlo.
-Una pena realmente no haberlo conocido.
-Mucho de su espíritu vive ahora en usted. Él estaría orgulloso, como todos nosotros.
-Algunos, no todos.
-Yo por lo menos sí, y supongo que Iskander también.
Burgen le dijo a Sviden que cuando había estado adentro del Jurgenot vio como le disparaban balas de luz y que eso le hacía mucho daño. Shezabé le había dicho que la única forma de terminar con todo eso era destruyendo la espada y solo un arma con un espíritu elemental en ella podía hacerlo, como la lanza de Iskander. Sviden le dijo que Shezari le había dicho lo mismo, tenían que enviar a Vekna a otro plano y luego destruir la espada.
Mientras hablaban lo conducía a las catacumbas. Tomó unas llaves y abrió una puerta desvencijada. Los goznes chirriaron, hacía mucho que nadie la había abierto. Burgen vio que del techo colgaba una enorme espada, era negra pero se veían vetas rojas bajando del mango y cruzando el filo.
-¿Y esta espada?- le preguntó.
-Pertenecía a un gigante de Godham. A él le atribuyen las forjas del infierno. Es una espada de fuego.
-¿Es demoníaca?
-No.
-Se lo agradezco.
Sviden le señaló la vaina que colgaba de una pared. Burgen agitó la espada, parecía que adentro había lava moviéndose. Se la colgó cruzada a la espada.
-¡Ah! ¿Usted anda con el amigo Zug no?
-Sí.
-Cuando lo vea, dele esto- dijo y le entregó un martillo que cuando Burgen lo tomó pareció tronar- Y por favor avísale a Nike y a Jazir que tengo que hablar con ellos.
Ya no había nada más que decir así que Burgen fue a buscarlo a Zug.
-Un regalo de Sviden- le dijo a su amigo.

Iskander había logrado salir del Abismo, llevando consigo a Jaria. Camino a Imerion pasó por Morwell y le pidió a Alessia:
-Ya que todo esto se originó solamente porque vos estabas aburrida y se te ocurrió abrir las puertas del abismo, te agradecería que nos des un par de elfos de los tuyos par arreglar tus mocardos.
-Está bien ¿qué querés?
-Lo que puedas ofrecer.
-Te podés llevar ciento cincuenta mil quimeras, aunque no creo que te sirvan de mucho.
-A esta altura toda ayuda sirve.
Cuando sobrevolaron Rittardast vieron que estaba incendiada, el paso de Firehorn era una visión realmente tétrica, había cadáveres sobre las paredes del paso. A lo lejos vio como el Jurgenot se acercaba irremediablemente a Imerion.
No muy lejos vieron una manada de caballos, pero venían por el cielo, eran asperis. Iskander había perdido su montura en la batalla una vez más, quizás no era una mala idea ir a buscar una.
-Sería mejor que bajáramos. La última vez que me vieron con esta forma yo era el Corruptor- dijo Jaria. Iskander sabía que ella tenía razón y descendieron. Ella volvió a tomar la forma de una hermosa mujer pelirroja.
Iskander se acercó a uno de los caballos, uno lo coceó y él le acarició el morro. El animal iba a dejar que lo montara.
-¿Preparado?- le dijo el caballo.
-Dale que va.
-Mirá que yo vuelo eh!
-Yo también.
Iskander y sus compañeros subieron a los caballos y el resto de la manada los siguió. Ahora tenían veinte mil caballos para hacer frente a las fuerzas de Vekna, quizás no parecía demasiado, pero toda ayuda en ese momento era vital, hasta los enanos habían decidido ayudar, habían llegado con Burgen y ahora se preparaban para combatir. Todos sabían que si perdíamos esa batalla era el final de Haradim.
Burgen fue a ver a Lile y a Shezabé. Ellas estaban en la torre de St. Cuthberth con los clérigos.
-Tengo una idea. Creo que podemos bendecir el agua del río y luego arrojarla contra el mar de no muertos, eso podría bajar sus defensas. No sé mucho de esto pero seguro ustedes lo pueden mejorar.
-No se preocupe General, nosotras nos vamos a encargar- le dijo Shezabé.

Dejé a Goran con V’nef Aradiel y lo fui a buscar a Jazir, quizás ahora que ellos habían vuelto podía hacerlo entrar en razón, lo necesitábamos allí, no en Athos. Pasó algún tiempo hasta que logré dar con él y casi al mismo momento nos interceptó Burgen.
-Sviden quiere hablar con ustedes, creo que quiere entregarles algo- miré a Jazir, pero él tampoco parecía saber que podía ser.
Cuando llegamos a la sala del trono vimos que Sviden arrastraba una bolsa. Creo que en ese momento vi por primera vez su fragilidad. Él también era un mortal como nosotros después de todo. Cuando lo vio venir a Jazir le entregó la bolsa.
-Esto les va a servir. Ahora solo tienen que decir quién se va a quedar con qué.
Jazir vació el contenido sobre la mesa. Eran una espada y dos cimitarras. Levantó la espada, le faltaba la punta y los dragones labrados en la hoja brillaron cuando la sostuvo en alto.
-Es la espada de Nellens.
Jazir parecía fascinado con ella así que yo tomé las cimitarras. Eran livianas y parecían bastante mejores a las que había perdido.
-Son cimitarras fabricadas por los sirvientes de la diosa de la oscuridad.
Era un regalo demasiado grande, pero después de todo íbamos a pelear contra un Jurgenot, mejor que estuvieran con nosotros y no archivadas y olvidadas en algún sótano.
Lo fui a buscar a Goran, estaba con los warforged que le habían implantado un brazo metálico.
-Mirá lo que tengo ahora- me dijo sonriendo.
-Está bien, si sos feliz…- le sonreí.
-No te preocupes, no te voy a tocar con esto.
-Más te vale…
Cuando entró Burgen con le mostró a Goran su nueva espada, era un poco más chica que la fullblade, pero parecía tener lava adentro. Además le habían entregado otra armadura como la de los mirmidones negros. Goran tocó la espada con el brazo de metal, luego me tocó el brazo a mí, ahora estaba tibio.
-¿Qué te hiciste?- le preguntó Burgen.
-¿No te gusta?- dijo moviendo los dedos de metal.
-Dejalo, creo que es la primera vez que lo veo tan contento- le dije.
-¿Cómo que es la primera vez?
-Estoy seguro que lo habrás visto más contento- dijo Burgen y yo me reí.
-Goran- era una voz que lo llamaba directo a su mente.
-Iskander ¿dónde estás?
-Estoy llegando.
-Gracias a dios…
-Somos cuatro.
-¿Cuatro?- Goran sabía que solo habían partido tres.
-Vengo con Jaria, mi madre.
-Ya le digo a Zug que te fabrique un paso.
-Eh… venimos volando.
-¡Zug! Iskander viene volando fabricale un camino- Zug que no estaba muy lejos se dispuso a cumplir con el recado moviendo los cañones a la dirección que le indicó Goran.
-¿Está ahí Burgen? Burgen, que bueno saber que seguís ahí, estoy llegando- pero él si bien podía escucharlo, no podía responderle- No te preocupes ya vas a aprender.
-¿Viene Iskander?- les pregunté- Tengo que hablar con él cuando llegue.
-¿Qué tenés que hablar con él?- me preguntó Goran. Sí, tenía que asumirlo de una vez, era demasiado celoso.
-Es que… ustedes no saben… Iskander es mi hermano- creo que disfrutaba demasiado ver las caras de mis interlocutores cuando se los decía.
-¿Qué?- dijeron Burgen y Goran a la vez.
-¿Qué son sordos? Les dije que Iskander es mi hermano, hoy me enteré que mi padre fue Balder.
-¡Hola cuñado!- le dijo Goran a Iskander.
-¡No le digas!- no quería que nadie me arrebatara esa satisfacción.
-¿Qué decís?- le preguntó Iskander.
-Nada, ¿me repetís lo que pensás de los cadormen? No deberías pensar así, quizás ellos sean parte de tu familia…
Un ruido de cañones de luz blanca cubrió el cielo, era Zug que e estaba abriendo un paso a Iskander y a sus acompañantes.
-¿Quiénes son los que se están yendo?- preguntó Iskander.
-Mujeres y niños, los civiles- le respondió Goran.
-Supongo que todos los que pueden portar un arma están en la ciudad…
-Sí, preparate porque nosotros vamos a tener que entrar adentro del Jurgenot. Creemos que es la única forma de derrotar a Vekna.
-¿Este tipo siempre va a hacer entradas dramáticas no?- dijo Milo.
-No sería Iskander sino- le dijo Burgen.
Iskander bajó del caballo volador, había muchos más que fueron descendiendo detrás del primero. Portaba una nueva lanza de cristal y vestía una armadura extraña, parecía piel de dragón. A su lado estaban Eglas, Ejavra y una mujer de cabello rojo, muy bonita. Lo saludó a Burgen con la mano y le presentó a Jaria.
-Ella es Jaria, mi madre.
-Decile que mucho gusto- dijo el orco.
Saludo a Goran, a Zug y a mí no me saludaba.
-¿Hola no?- le dije moviendo mi mano frente a su rostro.
-Hola Nike.
-Dale decile, decile- dijo Goran, creo que ahora él lo estaba disfrutando más que yo.
-¿Qué le pasa? ¿Qué me tenés que decir?
-Quiere que te diga que somos hermanos.
No sé que habrá pensado pero su rostro tenía una expresión de asombro mezclada con incredulidad.
-¿Cómo se llama tu padre?- le pregunté.
-Balder… se llamaba, ahora está muerto.
-También el mío se llamaba Balder, así que sos mi hermano menor.
-Hola hermana…
-¿Vos lo conociste?
-Sí, era mi padre…
-Al menos vos sí lo pudiste conocer. Ya habrá tiempo para que me cuentes.

Ya estaba oscureciendo cuando Burgen dio su discurso a todo el ejército:
-Pocos saben por qué estamos peleando. Los dioses que vienen a buscar esta puta espada, nada tienen que ver con nosotros y no nos concierne. Entonces ¿por qué pelean?
-Seguimos sin entender, señor- dijo uno de los soldados.
-Te reirías si supieras por qué peleamos- le dijo Iskander que lanza al hombro se dirigía hacia el palacio para hablar con Sviden, su maestro.
-En vez de entender… piensen en sus ancestros, en sus descendientes. Vamos a tener que pelear sin miedo, sin bronca, sin resentimiento, por una vez vamos a unirnos para terminar con todo esto.
Todos los soldados aclamaron sus palabras, cerca de él un chico rubiecito lo aplaudía. Estaba vestido con una armadura de metal blanco con el símbolo de Garrath en el pecho.
-¿Y usted es?- le preguntó Burgen.
-V’nef Aradiel, general de la tercera legión de Garrath. Sus palabras me han llegado. Lamento terriblemente lo que está pasando en sus tierras. Cuando todo esto termine recibirán nuestra ayuda. Mi padre le hizo mucho mal a esta tierra…
-No se preocupe, tiene tiempo aún para remediarlo.
Mientras Zug organizaba a los soldados en la muralla y Burgen terminaba de organizar al ejército, Iskander se disponía a charlar con Sviden. Cuando llegó frente a él se sentó en una silla, puso la lanza arriba de la mesa y exclamó:
-Llegué.
-Por fin…
-No era tan fácil, siempre me das las tareas más difíciles.
-Porque confío en vos. Y ahora vas a tener otra tarea más…
-Sí, algo me dijeron hay que entrar adentro del Jurgenot.
-Es la única forma de derrotar a Vekna, hay que enviarla a otro plano y después destruir esa espada.
-¿La espada? Ah… esa que habían ido a buscar Nike y Lile ¿quién la tiene ahora?
-Nike.
-¿Y después qué?
-Después… me llegaron estos documentos, el reino dejaría de existir, los distintos reinos se separarían.
-Vamos a hacer algo, necesitamos una nación consistente, pero bien creada. No tenemos fuerza para pelear contra Garrath…
-Cuando esto termine voy a retirarme.
-No te vas a retirar, por una vez vas a seguir órdenes.
-Mi tiempo terminó- dijo y sacó un libro y se lo entregó a Iskander. La cubierta rezaba “Tratado de política”- ¿Sabés por qué pasó todo esto?
-Por una estupidez
-Por la gente que se cree que puede decidir por los demás.
-La reina de Morwell dijo que hizo todo esto porque estaba aburrida. En fin, supongo que ahora vamos a tener que arreglarlo- Ah! Antes de irme, si me llega a pasar algo, por favor dale esto a Aiko- sacó un sobre y se lo entregó.
-¿Qué te dice que voy a sobrevivir?
-Sos un gnomo, los gnomos siempre sobreviven.

Cuando Iskander volvió lo vio a Burgen entregándole el mando a Milo, él estaba casi llorando por al emoción.
-Ahora quedás a cargo de todas las fuerzas de Haradim.
Iskander llegó y le entregó su espada.
-Sería bueno que también llevaras esto, y uno de los asperis.
Todos los soldados en formación saludaron a su nuevo general.
“Tres hurras por Milo”
-Te lo merecés, sé que podrás hacerlo muy bien- le dijo Burgen. Anya va a ser la segunda al mando, por favor cuidala.
-Bueno, supongo que ahora tenemos que ir a pelear contra ese Jurgenot- dijo Iskander.
-Sería mejor que fuéramos mañana por la mañana- le dijo Goran.
-Entonces vamos a tomar unas cervezas- dijo palmeando a Burgen en el hombro, él pareció de acuerdo.
-¿Vamos?- le pregunté a Goran.
-Vamos.
-Mamá ¿venís?- le pregunté.
-¿Te parece?
-Si querés… por qué no.
Ella me miró asintiendo. Seguramente para ella también había sido difícil enterarse que yo era su hija. Si bien ahora era la misma Emme que yo había conocido, su actitud hacia mí era totalmente diferente.
-¿Vamos hermano?- le dije a Iskander.
-Vamos hermana- me respondió.
Llegamos a la taberna y nos sentamos en una mesa, no muy lejos mi madre y Jaria se habían puesto a tomar algo juntas. Quizás quisieran hablar de Balder, o de nosotros, no lo sé.
En la mesa principal estábamos Iskander, Goran, Zug, Burgen, Lile, Milo, Anya, Mael y yo, poco después se sumaron Jazir y Selene que venían muy abrazados. Goran levantó su jarra de cerveza y dijo:
-Mañana se terminará esta absurda guerra, vamos a acabar con ese Jurgenot- todos golpeamos los vasos. Esa podía ser la última noche de nuestras vidas, había que disfrutarla. Me subí a la mesa y tomé a Selene de la mano para que me siguiera y bailamos como tantos años atrás.
Los marauders eran incontables, el Jurgenot no tardaría en llegar a Imerion, estábamos a punto de luchar la batalla más difícil y aún así ese había sido el día más feliz de mi vida.

jueves, 12 de marzo de 2009

Fecha 7: 01/03/09


Emme

Burgen, Zug y Goran fueron hacia los barrios altos de Josper, su objetivo era buscar al que había enviado el sobre con el anillo de Nike.
-General- lo saludó un soldado que estaba de guardia.
-Vamos a pasar- dijo Burgen.
-¿Necesita escolta?
-No- dijo y siguió su camino.
Goran se paró y dijo:
-¿A dónde vamos?
-A buscar al muchacho.
-Acabamos de pasar un puesto de guardia ¿no debimos preguntar? Está bien, no se llega a general de un día para el otro- y le palmeó el hombro al orco.
Burgen retrocedió para preguntarle si sabían dónde estaba el muchacho. Le dijeron que estaba en el puesto de guardia y le indicaron hacia donde ir. Llegaron a una antigua biblioteca, que ahora era un centro de mando.
-¡¿Maximillian?!- dijo con su potente voz al entrar.
-Está haciendo una recorrida ¿Qué puedo hacer por usted?- le respondió uno de sus compañeros.
-Necesito hablar con él para saber quién lo envió a entregar una carta.
-Espere que me fijo en nuestros registros…No, no figura que Maximillian haya ido a entregar nada, señor.
Burgen le mostró el sobre con el sello de Vekna.
-¿El sello lo reconocés?- le preguntó Zug.
-No- le respondió.
Zug se puso a investigar en los libros y empezó a buscar el sello.
-No creo que encuentres nada aquí, son libros bastante nuevos, tendríamos que buscar algo en las leyendas de la “Guerra del Caos”- le dijo Goran.
Pero Zug fue persistente y encontró un libro bastante antiguo donde estaba ese mismo dibujo. Ese sello correspondía a uno de los señores del infierno. Goran dijo que no lo nombre porque se dice que así se pueden personificar en la tierra.
Poco tiempo pasó hasta que trajeron al muchacho Maximillian detenido y esposado.
-Recluta, así que usted está desobedeciendo órdenes…- le dijo el que estaba a cargo del puesto de guardia
-No… yo no…- dijo el muchacho temeroso por la reprimenda que iba a recibir, parecía un buen chico, no había maldad en sus ojos.
-General- y lo miró a Burgen.
-Maximillian, ¿quién te dio la carta que trajiste hoy?- le preguntó Burgen.
-Me lo dio un mayordomo de una casa alta.
-¿Qué casa?
-La de Lord Giberson. Me dieron dos monedas de oro… Disculpen, no lo volveré a hacer…- Burgen vio que el muchacho estaba realmente arrepentido por dejar sus funciones en favor de un beneficio personal.
-Que sea la última vez- le dijo Burgen y le sacó las esposas.
Resultó que el hermano de este muchacho había prestado sus servicios en la guerra de Gaia y Burgen lo había conocido. Ahora descansaba en paz junto a los pocos muertos de esa batalla.

-Goran, ¿vos sabés algo de Giberson?- le preguntó Zug. Si lo iban a ir a visitar mejor era estar lo más informados posible.
-Sí, es uno de los hombres más ricos de la ciudad y del país.
-¿Y cómo se hizo tan rico?
-Traficando gente. Es un comerciante. Tiene vínculos en el imperio, apoyó y financió la inquisición.
-¿Lo conociste?
-Lamentablemente sí.
-¿Cómo es personalmente?
-Cómo cualquier inquisidor. Muy parecido a Broker.
Zug dijo que debían ir a hablar con el tal Giberson, podrían decirle que necesitaban dinero para financiar alguna actividad.
-Podemos ir como devotos de St. Cuthberth. Podríamos decirle que queremos poner una iglesia en los nuevos reinos orcos- dijo Goran.
-Yo no hablaré- dijo Burgen. No le gustaba nada esa idea- Digámosle que necesitamos armas de asedio, hagámoslo más fácil- agregó.
Se encaminaron hacia la casa, era la más grande de todas. Alrededor había estatuas de mujeres, casualmente muy parecidas a Nike. Había demasiado dinero allí.
Burgen golpeó y abrió la puerta un sirviente. Era el mismo hombre que había hablado con Nike el día anterior.
-General de las tropas de Haradim, Burgen.
-Zug.
-Queremos hablar con Lord Giberson.
-Él no se encuentra, pero pasen por favor.
-Quizás podamos hablar con usted primero- dijo Zug.
-¿Con quién tengo el gusto?
-Él es Burgen, el hombre más importante del ejército. Yo soy Zug. Necesitamos reconstruir las nuevas tierras orcas, y para eso necesitaríamos financiación.
-Suena interesante… creo que a mi señor le puede interesar ¿Desean algo de beber?
Le pidió a una mujer que fuera a buscar bebidas. Burgen enseguida detectó que la casa exudaba mal por los cuatro costados. Lo miró a Goran y él le dijo en voz baja:
-Estamos en la boca del demonio.
Burgen vio pasar tarianos y lo miró una vez más como diciéndole “¿qué es esto? ¿también hay bárbaros aquí?”
-Nos interesaría restablecer las tierras que fueron arrasadas por la guerra- dijo Zug.
-No creo que haya problemas, pero seguramente mi señor va a solicitar algunas concesiones comerciales. Podemos financiar… obviamente con algún intercambio.
-Obviamente ¿cuándo lo puedo ver?- dijo Burgen.
-Fue al sur por negocios, en un par de semanas estará de regreso.
-Nosotros también vamos al sur, quizás podamos encontrarnos con él en el camino- mintió Zug.
-Yo estoy hablando de más allá del mar. Les recomendaría que lo esperen aquí.
-Dos semanas no- le susurró Burgen a Goran.
El vino que trajo la muchacha comenzó a hacer efecto en Zug que se empezó a dormir y a hablar pavadas.
-Es vino cadormen- dijo Goran- creo que le afectó.
La moza tomó las copas y al irse se chocó con el ayudante de Giberson. El traje quedó todo manchado. Él le hizo una seña para que se marchara, ella recogió todo rápido y se fue asustada. El hombre se resbaló por el vino y se cayó, finalizando con un patético espectaculo. Burgen se aguantó la risa, a Zug le costó bastante más.
-No la culpe, todos pueden cometer torpesas- le dijo Burgen.
-Ya les agendé la reunión con mi señor.
-¿Algo más?- le dijo Burgen a Goran.
-No, por mí nada más- dijo y le dio un codazo en el pecho a Zug para que no se riera.
Al regresar Burgen dejó a Zug con los demás ingenieros en su tienda, estaba totalmente borracho.
-Cuidenlo. Cuando esté mejor que me busque.
Burgen buscó a Milo y a Anya y les contó todo lo que habían visto, les dijo que estuvieran preparados y que armaran a los ejércitos. Anya le entregó el informe de Nuredum.
-Hay nubes negras sobre la ciudad, y temblores debajo.
-Es lo que vio Lile hace unos días…

Cuando Zug despertó después de algunas horas vio que los ingenieros miraban hacia Nuredum, las nubes negras cubrían las montañas.
-¿Dónde está Burgen?- preguntó enseguida.
-El warlord está con sus amigos humanos.
-Primero mejor me visto.

Burgen fue a la casa de Nike y la encontró a Lile, el puño clavado en el suelo, el pelo blanco se le estaba cayendo de a mechones.
-Lile no podés hacer esto, nunca más- le dijo- ¿Qué pasó?- dijo mirándola a Shanna.
-Lile ayudó a un… uno como esta chica que vive acá.
-A ver dejame adivinar… ¿le faltaba un ojo?
-Sí.
-Jazir. Lile ¿me escuchás?
-Sí- le respondió.
-Nos llegó una carta… de Lord Giberson.
-No me sorprendas más.
-En el sobre estaba el anillo de Nike.
-¿Y el viejo está destruido no?
-Sí, quiere ir a buscarla. Y hay algo más... ¿te acordás de la visión que tuviste? Bueno, está pasando ahora.
-Dios…
-No te mates.
-Yo no hago más que lo que me piden que haga- le dijo ella.
-No lo hagas más.
-La única manera de ir allí, aparte de esta, es esa espada y no la tenemos.

Jazir estaba parado sobre un acantilado, a su lado una mujer que lo había ayudado a llegar hasta allí. Varios niveles lo separaban del fondo, habían personas allí siendo torturadas de las peores formas. La torre principal que parecía una aguja terminaba al mismo nivel en el que él estaba parado. Arriba el cielo era de un rojo tormentoso. Había fácilmente nueve kilómetros hacia abajo.
-En cuento nos encuentren van a mandar ejércitos- le dijo a la mujer.
-Tendremos que hacer lo posible para que no nos encuentren. Espero que estés a la altura, Baerne.
Bajaron y bajaron hasta que a Jazir se le cruzó un demonio que le salió al frente. Lo chocó adrede y él siguió caminando pero su contrincante no iba a hacérselo tan fácil. Le dijo que era un estúpido y lo provocó hasta que ya no hubo nada que hacer. Jazir se enfrentó a él. Entre él y la mujer mataron al agresor y a su compañero, pero ya los habían visto.
-¿Vos no sabés volar no?- le dijo la mujer.
-Lo puedo intentar…
-Corré hacia el abismo y saltá.
Él miró los pisos que aún quedaban por descender y por un momento dudó.
-¿Confiás en mí?
Él saltó y en el aire lo atajó un murciélago, una criatura de las sombras que había invocado la mujer. Ambos comenzaron a descender pero en un momento ella se desconcentró y empezaron a caer.

Cuando llegaron donde los esperaba Goran él estaba leyendo un libro muy viejo. Parecía un mapa de los planos.
-¿Es duro eh?- dijo Zug.
-¿Es duro el vino cadormen no?- le dijo Goran.
-¿Cuál es el plan?- le preguntó.
-No sé cual será su plan, yo voy a bajar.
-¿Y cómo vas a hacerlo?
-Una forma para poder bajar es muriendo a manos de un demonio o con un tratante que te pueda llevar. No hay muchos en el mundo. El único que puedo llegar a conocer es un viejo que se llama Corax… y Lile, pero ella es muy joven.
-¿Qué estás recomendando?
-Que me maten. Si estamos muertos podemos pactar con los señores de la muerte y sino buscar un tratante.
-¿Cuánto tiempo llevará encontrar el tratante?
Goran no sabía que decir o qué hacer, era la primera vez que lo veía así. Burgen, Lile y Shanna se unieron a ellos dos.
-Bueno, ya estamos todos ¿Lile cómo estás?- le dijo Goran.
-Calva, ciega y sin fuerza- le respondió.
-Lo mandó a Jazir- le informó Burgen.
-¿Cómo?
-Él se lo pidió.
-Jazir vino y me dijo que le abriera una puerta hacia… el abismo.
Goran puso su mano en el hombro de Lile y su pelo volvió a crecer, ahora era de un color muy negro. Pero el pelo de Goran ahora tenía más canas.
-¿Goran qué estás haciendo?- le dijo Burgen.
-Yo no puedo llevarnos al infierno, ella sí.
Antes de marchar Burgen habló con Milo y Anya, les dijo cual era ahora su misión, que iría al infierno. Les dijo que debían unirse todos, que se organizaran y que cualquier cosa hablaran con Torin.
-No voy a dejar que Goran vaya solo.
Anya lloró ¿se podía regresar del infierno? Ella no lo sabía. Burgen le pidió a Témpano que cuidara de Anya, no podía llevarlo allí.
-Lile, cuidate, y gracias- Burgen ya desde el otro lado vio como a Lile volvía a formársele un nuevo mechón de pelo blanco- Saludos a Islander.

*****

Luego de ese beso Nike se vio transportada a un lugar que no podía ser otro que el infierno. Estaba sobre un camino, alrededor una enorme pared en forma circular que se alzaba nueve kilómetros hacia arriba. Parecía como si estuvieran dentro de un volcán.
-Vamos, agarrate de mi brazo- le dijo Lord Giberson. Ella intentó resistirse pero no pudo hacerlo así que lo tomó.
-Hijo de puta- le fue diciendo todo el camino.
-Pero que modales su nueva esclava- le dijo un demonio que iba pro el mismo camino.
-No soy esclava de nadie- dijo Nike, pero era evidente que sí lo era, Lord Giberson la dominaba como quería.
Por todos lados había humanos esclavos siendo utilizados de diversas maneras por sus dueños demonios. Nike vio una carreta tirada por dos de ellos y Lord Giberson la obligó a subir.
-Vamos en carreta, será más rápido.
-No! No!- no quería viajar en eso, pero seguía sin poder resistirse a él. Su odio crecía más y más. Lo siguió insultando el resto del viaje, al menos le quedaba esa satisfacción.
-Ahora vamos a ir a ver al Señor.
Cuando llegaron a la puerta al final del camino vio que la custodiaban dos horribles monstruos, ella solo les llegaba a las rodillas.
-Vine a traerle unos regalos al rey.
Ellos miraron a Nike.
-Parece buenos regalos- les dijo otro de piel oscura, barbilla en punta y cabello negro. Los ojos eran totalmente rojos, éste sí era de su misma estatura y parecía un sirviente de los importantes.
Los acompañó a una especie de sala principal en forma circular. Adelante sobre una escalera se hallaba el trono. Sentado sobre él un hombre (o esa apariencia tenía) de cabello rojo, piel muy blanca y ojos oscuros miraba con desdén a la nueva mujer que le habían presentado y la descartaba aburrido.
Los condujeron hacia la explanada del trono y Giberson hizo una profunda reverencia, Nike no se movió.
-Su majestad, le traje un regalo- y la condujeron al final de la escalera. Él la miró y le extendió la mano. Nike pensó que si tenía que pasar toda la eternidad allí mejor que fuera con él. Le tomó la mano y él se la besó.
-Eres la mujer más hermosa que vi tanto en el cielo como en el infierno. Mi nombre es Azmodeus.
-Nike Baenre- ella ya estaba con él en la explanada del trono y le sonreía satisfecha. Abajo Lord Giberson clamaba:
-Y tengo otro regalo más para usted- y presentó la espada.
-Si quiere puedo ir a buscársela- le dijo Nike.
-Está bien- le respondió Azmodeus. Nike bajó las escaleras y tomó la espada que le extendió Lord Giberson, ahora sí le gustaba más la situación, no lo miró y volvió al lado de Azmodeus. Él la esperaba con la mano extendida.
-¿Le molestaría que yo se la guarde?- le preguntó.
-¿Quieres ser la custodia de la espada de los planos? Está bien, siempre y cuando accedas a ser mi esposa…
-Sino le molesta que ya esté casada arriba, ah! Y que no lo ame…
-¿Amor?- me dio riéndose.
-Entonces hecho- dijo y se colgó la espada al cinto- solo pido dos condiciones.
-¿Cuáles?- dijo con curiosidad.
-La primera, no quiero que me manipule mentalmente como lo hacía él- era algo que no le costaba nada pedir y él asintió. Parecía que tener ese hermoso cuerpo por una vez le había servido para algo más que obtener dinero- La segunda, mátelo- dijo señalando a Lord Giberson. Èl chasqueó los dedos y el que había sido el hombre más rico de Josper cayó muerto al suelo- Gracias, no lo aguantaba más- profirió.
-¡Escuchen todos!- dijo a los presentes en la sala- Les presento a Nike, mi esposa y señora de los nueve infiernos- Nike entendió por qué afuera había nueve domos, seguramente cada uno pertenecía a un señor del infierno, y ella se había casado con el líder de todos ellos. En fin, la espada la tenía ella y no él, eso era lo importante. Se sentó en el trono, le pusieron una enorme capa roja y una corona sobre su cabeza. Él se sentó a su lado.
-Bueno, ahora sí podemos charlar.
-¿Puedo preguntarle algo?
-Sí- seguramente él se sorprendió de lo descarada que era.
-¿Hay una persona aquí que responde al nombre de Emme o Shezari?
-Ah, te refieres a tu madre, digo… a tu tía. No, ella no está aquí. Está en Estigia.
-Mejor.
-¿Y para qué quería hablar con ella?
-Porque quería que me confirme algo. Quería saber por ella si es o no mi madre ¿usted lo sabe?
-No lo sé…- o no quería decírselo- ¿Y quién es tu esposo arriba?- le preguntó cambiando de tema.
-Eso no importa.
-Sí, quiero saberlo para darle un “trato especial” cuando lo encuentre.
-¿Para qué si después de todo vas a arrasarlos a todos?
-No, no los voy a arrasar…
-Los vas a esclavizar.
Él la miró sonriendo, mientras movía la cabeza afirmativamente.
-Entonces con más razón no necesitás saberlo.
-Sí, quiero que sea mi esclavo.
-Podría ser el mío.
-Si tú lo deseas… Podemos traerlo ahora.
-No, eso no sería divertido.
El sonrió.
-Me gusta esa forma de pensar. Tenés razón.
Ahora Nike sabía que solo tenía una opción, retrasar la salida de los demonios el mayor tiempo posible.
-¿Qué lindo día no?- arriba los rayos se arremolinaban en un cielo rojo y tormentoso.
-Sí, están cayendo cosas- dijo Nike.
-Ah! Parece que vienen invitados a nuestra boda.
Nike vio a su tío Jazir y a una mujer encapuchada caer desde al boca del cráter.
-No le hagas nada, es mi tío.
Jazir miró a Nike, no entendía nada de lo que estaba pasando, la mujer misteriosa tampoco dijo nada.
-¿Así que ustedes son familiares de mi mujer? Bienvenidos al infierno.
Jazir la miró sin comprender, no había por qué culparlo, él no sabía que ahora Nike tenía la espada. Cuando miró con detenimiento a su sobrina, vio la espada en su cinto. En ese momento Nike vio que en el centro del salón se abría un portal y de él salía Goran al frente, lo acompañaban Burgen y Zug. En un primer momento fue feliz de verlo allí, luego pensó que eso no había sido buena idea. Pero se tranquilizó, no había nada que temer aún, Azmodeus estaba tranquilo.
-Ah! Más invitados a la fiesta…- y luego le preguntó a Nike- ¿Ellos también son familiares tuyos?
-Algo así…- le respondió, el tono de su voz seguía exactamente igual a antes. No podía mostrar su temor, no sabía como podía reaccionar su "nuevo esposo”.
-No pierdan de vista a Nike- les dijo Burgen a sus compañeros.
En ese momento Nike vio como Goran sufría una transformación. Su cabello se volvió negro y sus ojos eran dos flamas, la armadura tomó el color rojo de la carne, ahora era... ¿un demonio? Tenía dos alas negras a su espalda. Nike no entendía absolutamente nada, pero continuó con su papel.
-Los presento- dijo Jazir- la pequeña mole es Burgen… y su compañero Zug.
-Voy a hacer una carga. Yo voy a ser el ariete- les dijo Burgen a Zug y a Goran.
-Sería preferible que ella fuera el ariete- dijo Goran que había visto la espada.
-Y él es…
-Ya conozco a Goran- lo interrumpió Azmodeus.
Nike pensó “¿cómo puede conocerlo el rey de los demonios?” claro, no era tan difícil, Goran había pasado veinte años en el infierno.
-Bueno, los presento formalmente: Goran, Azmodeus, los dos esposos de Nike- acto seguido se corrió para dejar pasar a Goran.
Nike no podía creerlo, ¿cómo su tío le había dicho eso? ¿acaso estaba loco? ¡iba a matar a Goran!
-Hola hermano- le dijo Goran, ahora ambos estaban frente a frente. Nike estupefacta los miraba desde el trono.
-Así que viniste a mi boda, ahora ella es mi esposa.
-Ahora yo me voy a llevar a ella y a la espada, y vos vas a morir.
-Yo no me muero... a ver…
-Bueno, por ahí tenés ganas de ir a conversar con Zariel, o con Danwe quizás…
Nike no tenía idea de lo que él estaba diciendo. Vio que Jazir se estaba acercando a ella.
-Quizás si matás a lo que voy a traer…
Goran se hartó y lo levantó del cuello.
-¿Qué te pensás que me podés poner adelante que yo ya no haya visto?
El piso del infierno comenzó a temblar y Azmodeus creció hasta ganar el tamaño de un dragón de doce metros de alto.
Nike le dijo a Jazir.
-Sino querés que use esto- dijo señalando la espada de los planos- prestame tus cimitarras- él traía además otra espada y una lanza que le parecía bastante familiar… ¿que no era la de Orión?
-Tranquila, confiá en mí.
Cuando Nike vio esa horrible criatura se paralizó al igual que Zug. Burgen corrió hacia el otro flanco con la espada y pasó frente a él abriéndole una herida en el costado. Al otro lado Jazir le decía a su sobrina que tomara las cimitarras. Goran que estaba al frente lo golpeó con la espada y le cortó un diente que cayó al suelo haciendo un ruido que hizo eco en esa especie de anfiteatro.
Alrededor de la batalla no había quedado nadie, solo en pie estaba el dragón, el recinto principal estaba desierto. Nike vio que Jazir sacaba una espada que jajás le había visto usar, comenzó a hacer un zumbido extraño, como si estuviera silvando y la rodeó un aura negra. Jazir apuntó y un rayo de energía oscura impactó al dragón haciéndole severo daño. Todos vieron como unos fantasmas (o almas) que salieron de ella se metían en la herida del dragón y la iban abriendo. Azmodeus giró hacia Jazir y dejó su espalda descubierta, no debió hacerlo, Burgen usó su gran espada y le cercenó la cola. Un alarido terrible salió de sus fauces. El suelo comenzó a temblar una vez más y cuatro monstruos de cuatro metros de altura salieron a ayudarlo. La mujer encapuchada sacó dos ballestas y le disparó a dos de ellos. Zug la ayudó con las armas de sus puños.
Azmodeus volvió a su forma original y justo quedó de espaldas a Nike que le clavó las cimitarras por la espalda, él cayó arrodillado al suelo. **(Alto crítico saqué con mi sneak attack ^^)**
-Que lástima que lo nuestro no funcionó.
Mientras Zug y la chica continuaban atacando a los cuatro monstruos Azmodeus nos arrojó una enorme bola de fuego y desapareció. Burgen lo cubrió a Goran y Nike pudo esquivar en parte las llamas, sus ropas quedaron bastante quemadas. Pero Jazir no lo logró y cayó muerto al suelo.
-¡¡Tío!! ¡¡Tío!!- gritó Nike y lloró sobre su pecho.
-Nike tenés que sacarnos de acá- le dijo Goran.
Ella sacó la espada y se la entregó.
-No sé cómo usarla…- aunque por alguna razón sabía exactamente para qué servía.
-Yo tampoco.
“Habrá que probar” pensó Nike y probó haciendo un corte al aire con la espada de los planos y vio una rendija que se abría a otro lugar, era su casa de Josper, el primer lugar en el que había pensado.
-¡¡Burgen vení!!- le gritó.
La mujer encapuchada había transportado a Zug hacia la grieta caminando por las sombras. Zug fue el primero en cruzar, luego Nike arrastró el cuerpo sin vida de Jazir.
-¡Idiota! No me tenés que proteger- le dijo Goran a Burgen.
-No quiero que ella llore más- le respondió.
-¡Corran!- dijo la mujer que pretendía quedarse a cubrirlos, en ese momento se le corrió la capucha y Burgen vio quién era.
-Vos venís con nosotros.
-No puedo, estoy muerta.
-Pueden revivirte.
-Si rompo el pacto que tengo me va a costar muy caro.
-Yo tomaré las consecuencias- y entre Burgen y Goran la arrojaron del otro lado.
-¿Selene?- dijo Nike cuando la vio. Las lágrimas seguían rodando por sus mejillas.
La grieta se estaba cerrando, todavía Burgen y Goran no salían. Nike se paró y frenó la grieta con la espada. Burgen cargó a Goran sobre sus hombros y corrió, los dos salieron justo a tiempo. Un brazo de esas criaturas cayó en el suelo de la casa de Nike.
Nike volvió con Jazir y Burgen le dijo a Goran:
-¡Andá con tu mujer! La fuimos a buscar al infierno, ahora andá con ella. Voy a buscar a Lile.
Nike sintió una mano helada sobre su hombro. Era Selene. Ya había sentido ese mismo frío antes, en Josper quince años antes, en el rostro de Goran.
-Goran, Josper está incendiada- le dijo Burgen. Él se asomó a la ventana y le dijo:
-El tiempo en el infierno no pasa igual que aquí.
A lo lejos cruzando el paso de Firehorn vieron al Jurgenot.
Burgen salió y subió al techo, una vez allí gritó con todas sus fuerzas:
-¡¡Lile!!
Ella apareció a su lado sin demora.
-Ya volvimos, pudimos rescatar a Nike, y tenemos la espada- Ella suspiró aliviada.- ¿Cuántos días pasaron?
-Cinco, estamos resistiendo en Firehorn, tengo que volver a ayudar.
-Primero tenés que traer a alguien…
Cuando entraron Lile vio a Jazir, muerto en el suelo.

Jazir estaba ya en Estigia hablando con la reina cuervo.
-Yo ya logré lo que quería, Selene está del otro lado. Además hay alguien que te está esperando…
-Hermano ¿por qué tardaste tanto?- le dijo Emme.
En ese momento sintió que lo arrastraban otra vez al mundo de los vivos.
-¡¡No!!

Burgen y Goran comenzaron a planear que harían de ahí en más. Iskander todavía no regresaba, o eso parecía, según las noticias.
-Primero que Lile reviva a Jazir.
-Esperen- dijo Goran y le puso la mano en el pecho a su amigo. Al instante éste revivió. El pelo de Groan ahora estaba totalmente blanco.
-Te merecés un golpe- le dijo Burgen.
-¿Por qué?
Él le señaló.
-Las canas.
-¿Quién? ¿quién me trajo?- dijo Jazir. Fue Selene la que le respondió.
-El viejo te trajo.
-No tendrías que haberme traído.
-¿Por qué?- le preguntó Nike. Sentó a su lado a Selene y le dijo- Ahora sí, empezá a hablar.
Burgen parecía estar de acuerdo con eso.
-Tengo un trato con la reina cuervo, yo no había ido a buscarte a vos al infierno, no sabía que estabas ahí. Fui a buscar la espada.
-¿Qué trato tenés con un deadlord?- le preguntó Goran.
-Le iba a entregar la espada a ella para que no la obtenga Toldot. Él va a tomar parte en la guerra.
-Sí, pero ahora la espada la tengo yo, y el que la quiera la va a tener que venir a buscar.
-Ella quería que Selene estuviera afuera- agregó Jazir.
-¿Por qué la trajeron?
Selene le dio un golpecito en la nuca.
-¿Qué no me querés acá?
-¡No seas tonta! ¿Cuál es su objetivo con ella?
-No lo sé. Estaba hablando con Emme cuando me trajeron... ella es tu madre…
-Lo sé…
Burgen habló con Goran mientras tanto y él se acercó para decirle a Jazir:
-Cuidalas, tienen que irse a Imerion, ahora- ya estaba decidido iría con Burgen y Zug a Firehorn- No te separes de esa espada- le dijo a Nike.
Cuando él se dio vuelta para marcharse ella lo abrazó por la cintura.
-No te vayas, no te vayas, no te vayas- le repitió una y otra vez aún sabiendo que era inútil. Él la agarró de las manos fuertemente se dio vuelta y la besó. Al instante desplegó sus alas, agarró a Burgen y a Zug y remontó vuelo.
Nike suspiró y se dispuso a seguir su charla con Jazir.
-¿Cuándo lo supiste? ¿Quién te lo dijo?
-Shezabé, hace algunos días.
-¿Por qué me separaron de ella? ¿Quién fue?
-Tu abuela, a Emme le dijeron que su hijo había muerto, según mi madre no iba a ser un buen ejemplo y por eso te llevó al bosque con Shezabé. Todo lo que hizo Emme fue para ir a buscar a su hijo al infierno.
-Ella no estaba allí, Azmodeus me lo dijo.
-No, ella estaba en Estigia.
Nike se preparó para usar la espada una vez más.
-Voy a ir a buscarla.
-Ella estaba viniendo hacia aquí cuando me trajeron.
-No puede venir sin la espada ¿o sí?
-No lo sé…
De repente alguien llamó a la puerta. Jazir abrió, era su hermana, y tenía una capa de plumas negras. Era la misma Emme que Nike había conocido y tenía otra vez su ojo derecho, al igual que Jazir luego de volver de la muerte. Volver a verla le resultó muy extraño. Tenía un brillo en los ojos cuando la miró ¿eran lágrimas?
-Vamos, no podemos perder más tiempo- dijo y cruzó el umbral de la puerta. Nike guardó la espada y la siguió.