Haradim II

El regreso de los héroes

lunes, 30 de marzo de 2009

Fecha 9: 22/03/09



En un momento de la noche Iskander me llamó y me dijo:
-Quiero que te asegures de que Aiko llegue a Hattori después de todo esto…
-¿Por qué me pedís eso? No vas a morir…- era más un deseo que una creencia.
-Cuando todo termine voy a destruir tu espada.
-No es mi espada, pueden destruirla por mí. Me hablás como si no fueras a volver- pero yo sabía que era muy probable que ninguno de nosotros volviera.
No me dijo nada, pero supe que él planeaba sacrificarse en caso de ser necesario. Lo miré a Goran, estaba segura de que él iba a hacer lo mismo.
La noche terminó y fuimos a descansar, algunos más que otros, obviamente no iba a desperdiciar mi última noche con él.
A la mañana temprano escuchamos el sonido del avance enemigo, nos calzamos las armaduras y salimos a un día sin sol.
-¡No habrá amanecer para la humanidad!
Vi que Iskander se subía a un dragón rojo, seguramente era Jaria, que con su aliento de fuego roció a los no muertos que se retorcían a su paso. Zug se apresuró a volar los puentes que llegaban a la ciudad, pero los no muertos tendieron puentes de carne, eran del mismo Jurgenot. Zug acomodó los cañones hacia los nuevos puentes pero no alcanzaban, eran demasiados.
-¡Milo! ¿Donde mierda estás?- Escuché gritar a Burgen que cubría uno de los puentes cerca mío. Entre Iskander, él y yo cubrimos los pasos que habían formado los puentes hasta que Milo estuvo en posición, pero la marea negra nos superaba y tuvimos que replegarnos hacia el castillo.
-¡Tenemos que hacerlo ahora! Nike llevanos al Jurgenot- me dijo Iskander.
-Lo siento, yo nunca estuve dentro del Jurgenot, no sabría como llegar allí- dije y le tendí la espada a Burgen, pero Goran me interceptó y se la entregué a él.
-Posiblemente Vecna tenga un campo antimagia- dijo Goran.
-Menos cháchara y más acción- le dijo Iskander.
Goran abrió una grieta en el espacio con la espada, del otro lado vimos el interior del Jurgenot, estaba lleno de criaturas horribles. Iskander y Burgen pasaron primero cargando, los demás los fuimos siguiendo. Mi tío y yo, Lile, Trenton y Zug, por último pasó Goran que guardó la espada y se preparó para combatir a los primeros no muertos que nos habían visto.
El primer combate no nos llevó mucho tiempo y no presentó mayores inconvenientes en esta etapa, pero eran demasiados. Iskander intentó cubrir la entrada con un pedazo del Jurgenot, pero seguían viniendo igual. Cubrimos a Lile entre todos mientras ella trataba de identificar la mayor fuente de poder. Lile señaló hacia arriba y yo grité:
-¡Está arriba!
Jazir convocó un murciélago de sombras y nos llevó a Lile y a mí. Goran desplegó sus alas y se llevó a Trenton con él, mientras Iskander en su forma dracónica llevaba a Zug y levantaba a Burgen con telekinesis. Ahora el problema iba a ser “el techo”. Iskander quiso cargar con su lanza, pero el caballo lo hizo entrar en razón.
-¿Y si vamos por una bahía lateral? Digo… para no morir.
Iskander bajó a Burgen cerca de una de las bahías laterales y fue hacia la otra. Tuvimos que decidir, el camino donde estaba Burgen fue el elegido, decidimos seguir todos juntos por ahí, no convenía dividirnos. Empezamos a subir y el pasillo se fue haciendo cada vez más estrecho. El lugar se parecía demasiado a Nuredum. Llegamos hasta el final del pasillo y vimos una escalera caracol subir hacia donde Lile había sentido a Vecna. No había forma de pasar con las monturas así que Goran usó la espada para abrir una grieta y enviarlas hacia Imerion. En ese pequeño resquicio pudimos ver como Emme trataba de detener a los no muertos y Jaria controlaba el clima a su favor. Muchos soldados yacían muertos en la ciudad.
-Tenemos que apurarnos- dijo Iskander al ver ese cuadro.
-Sino vuelvo Anya es tu jinete- le dijo Burgen a su amigo Témpano y se despidió de él. La grieta se cerró y lo vi a Trenton con la expresión de quien pierde su última oportunidad, pero se quedó con nosotros a pesar de todo.
Seguimos camino por la escalera y llegamos a un pasillo con rejas de metal, en las paredes vimos unas especies de crisálidas, llenas de un líquido verde, dentro había personas (o lo que quedaba de ellas).
-Esto no será el alimento del Jurgenot- dijo Burgen- ¿No podemos sacarlos?
Iskander rompió una de las crisálidas pero vio como el líquido se volvió sólido al contacto con el aire y dejó atrapado en su interior al pobre individuo.
-Creo que no podemos hacer nada…- dijo.
Escuchamos gritos a lo lejos, era escalofriante ese lugar. Parecía que el sonido provenía de unas celdas cerca de allí.
-Eso fue lo que te pasó a vos- le dijo Goran a Burgen. No suite a lo que se refería y no quise saberlo.
-¿Por dónde?- le preguntó Iskander a Trenton, y él señaló el camino. Todos vieron gente conocida en las crisálidas y en las celdas, el ánimo de todos comenzaba a flaquear pero Iskander nos dio ánimo.
-Continuemos, no es el momento para que nos asustemos.
Caminamos bastante más, siempre subiendo, hasta que llegamos a una sala con un enorme cristal verde. Iba desde arriba hacia donde estábamos nosotros y bajaba por el centro de un gran agujero hacia abajo. Creímos que esa era la fuente de energía del Jurgenot y probamos todas nuestras armas, incluso la espada de los planos, pero era inútil, no le hacíamos nada, solo algunos rasguños. En un momento se abrió una vaina y Goran gritó que nos agarráramos de algún lado, así lo hice, en ese momento un horrible rayo negro salió disparado y a lo lejos vimos como caía una de las torres de Imerion.
-Hay que romper eso- dijo Burgen viendo lo que podía hacer.
Vi que mi tío entraba al mundo de las sombras y se metía adentro del cristal, no sabía lo que intentaba hacer pero al poco tiempo unas gritas aparecieron en el cristal. Burgen le dijo a Zug que intentara usar el martillo en el momento en que la vaina se abriera y él así lo hizo. Cuando el rayo negro se preparó para disparar mi tío ya estaba afuera y vio como el cristal comenzó una implosión gracias al martillo de Zug que le había cortado el escape. Todo comenzó a temblar y vi que Trenton cayó por una baranda, por suerte mi tío logró agarrarlo antes de que fuera demasiado tarde. El Jurgenot cayó, ahora estábamos en su cuello y nos apresuramos a seguir subiendo.
Llegamos a una explanada y vimos unas enormes columnas, tenían esculpidas figuras de elfos y hombres, y las figuras comenzaron a moverse y a desprenderse de la piedra.
-¿Quién osa despertar al jurado eterno?
-Venimos por Vecna- dijo Iskander.
-Venimos a detenerla antes de que arrase nuestro imperio- dijo Burgen- ¿ustedes están de acuerdo?
-Nosotros somos la muerte.
Y estos enemigos no eran como los que habíamos combatido hasta entonces. Fui contra uno de ellos y recibí grave daño, en el fragor de la lucha sentí que una enorme energía salía de mi mano, no entendí que era pero supe que si lo aplicaba al golpe podría destruir casi cualquier cosa. La figura contra la que combatía cayó destruida cuando mi cimitarra imbuida con ese poder la tocó. Me quedé mirándome la mano, jamás había sentido ese poder.
Goran agarró del cuello a otro de ellos y el anciano pareció resucitar. Vi como lo estranguló con su brazo sin piedad, al igual que Burgen cuando destruyó a otro con su gran espada. Iskander cargaba una y otra vez con su lanza y Jazir usó por primera vez la espada que le diera Sviden, parecía que los dragones de la hoja volaban a su alrededor cuando él la blandía. Pero lo más impresionante fue ver a Zug revolear su martillo por el aire y estrellar contra la pared al que ostentaba la corona. Todos sabíamos que ese era el espectro más poderoso, y él lo derrotó con un solo golpe de su martillo.
Solo quedaban dos y Goran le dijo a uno de ellos.
-Sería bueno que nos digas donde tenemos que ir…
-Eh… sí… por acá- dijo la figura. Al ver derrotado a su líder la otra volvió a su puesto en la columna y ésta nos llevó hacia Vecna.
Seguimos un poco más solo para llegar a otro cuarto con más enemigos, y uno de ellos tenía la fullblade que había sido de Burgen. No quería combatir con él si portaba esa espada, realmente creo que ese fue el único momento en el que realmente me asusté. Los enemigos eran enormes y estaban totalmente cubiertos por sus armaduras. Y no sé qué fue lo que ocurrió pero quedé ciega y sorda por un instante. Cuando volví a ver Burgen le cortaba la cabeza a su enemigo y recuperaba su espada una vez más. La colgó a su espalda y continuamos camino. Goran me agarró de la muñeca y me dijo:
-La próxima vez que te pongas en peligro te mato yo.
-Pero… estábamos rodeados, tenía que combatir.
Goran parecía nervioso, lo seguí sin decirle nada más.

Subimos la última escalera. Al final de un pasillo, sentada sobre un trono nos esperaba una mujer morocha, tenía un ojo verde, del otro lado la cuenca vacía, y le faltaba una mano. La custodiaban dos hombres ancianos, decrépitos, como los que habían salido de las columnas. Detrás un monstruo gigante con una armadura llena de pinchos de los que colgaba carne seca y putrefacta. A su derecha un hombre rubio, muy blanco, y a un flanco cinco caballeros como el que había quitado a Burgen su fullblade.
-Llegaron hasta acá solo para morirse… ¿no podrían haberlo hecho abajo?
Si había estado asustada hasta ese momento lo que sentí entonces no sé que era, estaba aterrada, pero me tragué ese miedo, ahora era el momento de la definición, o moríamos nosotros o moría ella. Y me gustaba más el “moría ella”.
Iskander, Burgen y Goran se plantaron para defendernos, Trenton estaba al lado del Lile custodiándola. Zug esperaba la ocasión para arrojar su martillo. Jazir y yo estábamos listos para flanquearlos. Primero había que derrotar a esos cinco. Pero Vecna no iba a hacernos las cosas tan fáciles y nos arrojó un hechizo en el que tanto Trenton como yo quedamos paralizados. Los demás poco a poco fueron derrotándolos. Vecna en un mal movimiento de Burgen se quedó con su espada de lava y él volvió a usar la fullblade, todos escuchamos el sonido cuando la activó y dobló su tamaño, había ido a socorrer a Jazir que ahora se batía con el hombre rubio.
Goran había quedado rodeado por dos y cayó de rodillas al suelo ante los golpes de ambos, lo vi caer pero no pude hacer nada por defenderlo. Zug le arrojó su martillo a uno de los atacantes y fueron contra él. Lile que se había quedado sin poder decidió utilizar su propia vida para ayudarnos. Un círculo mágico se dibujó bajo ella y dijo:
-Nos vemos.
En ese momento cayó al suelo muerta mientras todos los efectos que nos habían logrado alcanzar se desvanecían y nuestras múltiples heridas sanaban.
-Ahora sí me hiciste enojar- le dijo Iskander.
Vecna que vio como todos sus ayudantes desaparecían uno a uno, y luego de que Iskander arrollara de un solo golpe al monstruo con la armadura de pinchos, nos arrojó un poderoso rayo de energía necrótica. Corrí hacia Goran e intenté cubrirlo con mi cuerpo aunque sabía que no iba a servir.
El poderoso rayo de Vecna había logrado alcanzar a Zug de lleno y Goran sin siquiera mirarme y sin decirme nada se acercó a él y le dijo:
-Te entrego mi vida- y Zug volvió a nosotros. Su primera acción fue arrojar el martillo hacia Vecna pero vio como este rebotaba en una barrera invisible y volvía hacia él. Vecna y su ayudante rubio, el último que quedaba y cuya piel blanca resplandecía con la luz, eran inalcanzables mientras no pudiéramos romperla.
Solo quedaba una opción, me introduje al mundo de las sombras y como supuse crucé la barrera. Me planté frente al hombre que la protegía creyendo que él era el responsable de la barrera, pero hubo algo que me llamó la atención debajo del trono. Recordé que Lile había dicho antes de morir que allí se encontraba la mayor fuente de poder. Sin pensarlo siquiera me arrojé debajo del trono y vi una máscara. La tomé en mis manos y la alejé de ellos, en ese momento la barrera se deshizo.
“Poneme” escuché que me decía una voz…
“Nunca” pensé. Tomé mi cimitarra y la clavé en la máscara atravesando también mi propia mano con ella, no podía arriesgarme a soltarla ni por un segundo.
La máscara cayó destruida y vi como la sangre bañaba la palma de mi mano.
Iskander y Goran cargaron contra Vecna. Goran abrió una grieta con la espada de los planos mientras Iskander la atravesó con su lanza y se la llevó con él. Antes de que se cerrara el portal arrojó hacia fuera su lanza, solo un arma con un espíritu elemental podía destruir la espada de los planos, no podía llevársela. Pero cuando creyó que jamás iba a volver a su plano original sintió que alguien lo empujaba contra la grieta y se quedaba en su lugar. Goran lo había salvado, sacrificándose él mismo. La espada ya no estaba en este plano, y supe que ya no lo volvería a estar, ni la espada, ni Goran y mi alma que se había ido con él.

El Jurgenot comenzó a convertirse en cenizas y mientras caíamos sin remedio al suelo, las águilas de Shezabé nos elevaron por los aires y nos llevaron hasta Imerion. Desde el cielo vimos el desastre que habían causado los no muertos, ahora desintegrándose en polvo.
-¡Tienen que ayudarlos!
-¿Pero cómo? Ya no tenemos magia…
-Como sea…
Pasaron los días y unos antes que otros nos fuimos recuperando. Burgen ahora capitán de la orden de caballeros de un reino sin nombre intentaba organizarlos como podía. A su lado estaban Milo, su primer ministro de guerra y Anya, la segunda al mando. Aiko estuvo todo el tiempo al lado de Iskander, no se movió del lado de su cama todos los días que el estuvo recuperándose.
El luto por la muerte de Lile duró siete días, sus exequias fueron con todo el honor que merecía y sus amigos estuvimos allí para darle nuestro último adiós, algunos llorando, otros en silencio, otros cabizbajos, a partir de ese día St. Cuthberth desapareció para convertirse en St. Lile.
Zug tomó el puesto como warlord, sé que nadie lo hubiera podido desempeñar mejor que él.
Mi madre y mi tía desaparecieron, ninguna de ellas se despidió de mí. Le habían dicho a Jazir que ellas debían “desaparecer de la historia” (Y de mi vida. Está bien, después de todo, ni mi madre ni mi tía habían estado jamás en mi vida. Aún así les agradecí el haber estado conmigo ese poco tiempo).
Trenton volvió a Rittardast, solo uno de cada diez en su reino habían sobrevivido la guerra. Amelia había muerto y ahora él los dirigiría.
La noticia que más me alegró fue la de Selene, estaba embarazada, y verla tan feliz al lado de mi tío era un consuelo para mí.
Sé que sin esas grandes o pequeñas cosas yo me hubiera matado. Sino hubieran estado allí Iskander, Selene, mi tío, Burgen, Zug, Trenton, Mael, no hubiera dudado en quitarme la vida.
Pasaron tres meses desde el día en que el cielo se oscureció y en ese tiempo no hablé, escuchaba lo que me decían pero no contestaba o no emitía opinión. Fui a ver a Iskander varias veces, una de ellas me dijo:
-Fue un idiota, no tenía por qué hacer eso…
Yo rondaba por todos lados, veía lo que hacían Burgen y Zug, tomaba alguna copa con Selene, recorría la ciudad, sin saber a donde ir, pero sin querer frenar, sentía que si en algún momento me detenía no iba a poder seguir adelante.
Mi tío y Selene me obligaron a volver a Firehorn. Todos comenzaron a llamarme “Lady Nike” y supuestamente me obedecían, pero yo no decía nada, solo era una figura y mi tío era el que decía lo que se tenía que hacer.
Firehorn había vuelto a ser un lugar gris, llovía ceniza y el volcán estaba aún activo, aquellos que no podían soportar los vapores se cubrían con máscaras o llevaban capuchas. Era una ciudad de espectros, un buen lugar para mí.
Entré a una taberna, recordé los días que había estado esperándolo allí, hacía más de quince años. Había llorado, sí, pero nunca enfrente de los demás. Me sirvieron un trago, yo no tenía expresión en mi rostro, estaba viviendo a medias. Creo que ahora me parecía mucho a un no muerto.
Un hombre encapuchado entró a la taberna y me preguntó.
-Disculpe ¿puedo acompañarla?
Levanté los hombros, una señal que ahora usaba muy a menudo y que significaba que todo me daba igual. Selene la odiaba.
Se sentó al lado mío y vi como apoyó su brazo de metal en la barra.
-Un vaso de vino por favor…


FIN

PD: por ahora… ^^
PD 2: Me pregunto qué hubiera pasado si no me hubieran salido dos 20 en las dos tiradas de voluntad que tuve que hacer cuando sujetaba la máscara de Máscara de los Inviernos...

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