Haradim II

El regreso de los héroes

miércoles, 25 de febrero de 2009

Fecha 6: 22/02/2009

Josper

Cuando Zug llegó al puesto de frontera lo recibió la guardia, no eran más de cincuenta o sesenta granjeros con armas demasiado viejas o inservibles, y a duras penas sabían manejarlas. Los arcos y las lanzas los apuntaron. Zug bajó del caballo con las manos levantadas.
-¿Qué pasa orco?
-Venimos por pedido de Iskander.
-¿Quién?
-Torin…- corrigió.
-¿Torin lo manda a usted y a estos muchachos?- dijo no muy convencido…
-Sí.
-¿Y tiene algo que lo confirme?
-No.
-¿Y le tengo que creer?
-No, tampoco. Hay un ejército muy grande de Taurans, venimos a preparar las lomas para que no puedan atacar.
-Ahora trabajamos con orcos…
-Nos ganaron, somos esclavos- mintió Zug, era lo más fácil en esos momentos en donde cada minuto era importante.
-¿Esclavos? Bueno, está bien ¡abran la puerta!

Apenas Vekna desapareció Nike le dijo a Lile:
-Lile, a Josper.
Pero al instante notó que ella estaba exhausta, ella le dijo que no podía llevarlas. Nike pensó que entonces debían apresurarse a seguir el trayecto más lento. Caminaron por la ciudad hasta llegar a una taberna. El tabernero limpiaba un vaso con su saliva y un trapo mugriento.
-¿Sí?...
-Necesito alquilar dos caballos- le pidió Nike.
-Son veinticinco monedad de oro por cada uno- la estaba estafando.
-Entonces no, gracias- y salió afuera. Escuchó que le chistaban, era el niño que había visto en el templo.
-¿Sí?
-Yo puedo conseguirles un caballo. Espérenme allá.
Mientras esperaban Nike le dio tres monedas de oro a Shanna y le dijo:
-Shanna, andá a conseguir otro caballo- si tenía una espada como esa era evidente que podía cuidarse sola.
Esperaron unos minutos y el niño llegó con el caballo.
-Es el caballo de mi padre, les servirá- Nike vio que estaba un poco viejo pero serviría. Le dejó al niño tres monedas de oro, él las guardó en su bolsillo como si fueran un gran tesoro. La vio venir a Shanna, tras ella venía un hombre siguiéndola.
-Listo- le dijo a Nike entregándole al caballo por la brida, mientras el hombre le decía:
-¿Cuándo nos volvemos a ver?
Quizás después de todo no había sido una buena idea enviarla sola. Nike agarró de la brida a los dos caballos y las dirigió hacia las afueras. Lile y Shanna subieron en el mejor caballo, ella subió en el del niño y partieron a Josper, si todo iba bien llegarían al amanecer. No había nada que hacer, era la única forma de llegar, esperaban que Vekna no llegara primero.

Iskander, Burgen y Ejavra estaban ante un peligro mucho mayor. Frente a ellos un enorme gusano negro de treinta y cinco metros de largo y diez de alto los esperaba listo para comérselos. Iskander se sacó el anillo que ocultaba su apariencia dracónica y se preparó para el combate. Cargó con su lanza hacia él pero solo la sintió vibrar, no había llegado a penetrar la piel. Burgen tuvo más suerte, el primero de sus golpes le hizo mucho daño y vieron como de la herida del monstruo manaba un horrible líquido negro.
El monstruo contraatacó con un cono de frío hacia Ejavra, ella lo esquivó y le impactó con la espada pero solo rebotó contra su piel y la fuerza la arrojó al suelo. El siguiente en arremeter fue Iskander que al golpearlo notó que tenía una especie de barrera que lo protegía. Pero esto no era nada para Burgen que al siguiente golpe le arrancó un pedazo de la armadura. El gusano chilló y se retorció de dolor, de la nueva herida brotó más líquido negro y varios cadáveres de cadormens.
Ejavra comenzó a recitar una oración en dracónico y un haz de luz salió de sus manos, al impactar en el gusano éste decidió que era mejor escapar. Lo siguieron por los túneles pero era muy rápido. Por donde pasaba las piedras se deshacían y quedaba un halo de energía negra. Lo siguieron por detrás mientras varias sombras los atacaron pero no eran nada para ellos tres. Mientras Burgen e Iskander estampaban a las sombras contra la pared Ejavra mantenía el haz de luz.
Llegaron hasta un lago interno, de allí salían varios acueductos que llevaban agua al otro lado de las montañas, hacia el desierto. No podían permitir que esa cosa envenenara el agua. Iskander frenó a la bestia arrojándole una enorme piedra usando telekinesis mientras Burgen lo atacaba por detrás, pero el gusano no iba a dejarlos ganar tan fácil. Burgen vio como la cabeza del bicho salía por la cola y abría sus fauces para tragárselo, y lo logró.
Ejavra insertó la espada dentro de su boca para abrirle un paso al orco y arrojó un rayo de luz adentro, pero solo logró que su mano quedara atrapada y perdió la espada. A Burgen la armadura comenzaba a corroérsele por el ácido. Iskander le clavó la lanza en la cabeza y Ejavra pudo soltarse y se tiró para atrás. Burgen recibió un baño de ácido al clavar la espada, pero al segundo golpe logró tajear la piel del bicho desde adentro. Ejavra le arrojaba flechas de luz e Iskander lograba recuperar su lanza cuando vieron al orco quebrar al gusano y abrirse un paso para salir. Estaba bastante malherido, sin armadura y su espada lucía mellada. El gusano se achicó hasta desaparecer.
-Necesitas un baño- le dijo Iskander y se dispuso a curar sus heridas, pero Ejavra lo detuvo, el ácido aún podía dañarlos así que primero usó una onda para purificarlo.
-Creo que se le cayó- dijo Burgen y le entregó su arma.
-¿Estás bien pequeña?- le preguntó Iskander.
-Sí- de su mano surgió una luz celeste y se curó sus heridas.
Cuando dejaron las cloacas y subieron nuevamente a la fortaleza se encontraron con el capitán de los warforged y el warlord orco que les informaron que una división de Taurans se había separado del resto y ahora se dirigían hacia allí. El capitán orco le entregó a Burgen una armadura negra como la que usaban los mirmidones, era mejor que la que tenía antes, más cómoda y flexible en las articulaciones, eso sí, era más pesada. Burgen pensó que eso a su amigo Témpano no iba a gustarle mucho.

Mientras tanto no muy lejos de allí Zug buscaba los mejores lugares donde instalar los cañones y armar trampas, buscó la loma más alta y se puso a trabajar.
-Muy bien orco, apunte hacia allá- Zug se dio cuenta de que este soldado no tenía ni idea de lo que estaba diciendo.
-Sí, claro- le dijo pero colocó todo a su manera.
-Señor ¿qué es esto?- le preguntó un recluta, era un niño.
-Zug- dijo como única respuesta, estaba ocupado para esas charlas.
-Porque estaba pensando… ¿y si le armamos una empalizada primero?- continuó.
-Sí, se podría hacer algo así… ¿tenés palos?
-Sí, y también puedo traer gente a ayudar. No se preocupe, yo me encargo- finalizó.
A las dos horas volvió a aparecer el niño, lo acompañaban hombres portando madera y herramientas. Todos se pusieron manos a la obra para armar una empalizada delante de las armas de asedio.
Zug recibió una carta de Torin que le informaba que iba a meterse entre las dos divisiones de Taurans, la que iba hacia Agún y la que se dirigía hacia el puesto de frontera, iban a impedir que se reagruparan.
Zug vio como llegaban más unidades de reserva, bastante inexpertas y comenzó a instruirlos para que aprendieran a cargar los cañones, y así ayudar a los ingenieros. Entre todos armaron un sistema bastante rápido y eficaz.

Llegaron a Josper a las seis de la mañana, pero Nike sabía que no había tiempo que perder, quizás Vekna ya se había hecho con la espada, pero tenía que intentarlo. Cabalgaron hasta su casa, todo estaba exactamente igual que como lo había dejado, como mucho había pasado un mes desde que salió de Josper, pero habían pasado tantas cosas que parecía mucho más.
-Esta es mi casa, quédense acá y descansen, yo voy a investigar y vuelvo en un rato.
En la ciudad había visto banderas que no eran de Josper. Mostraban un dragón sobre un fondo verde y un número doce en el centro. Se parecían a las banderas de Ejavra, pero no podía estar segura de si eran banderas de Garrath enemigas o no. Decidió ir hacia su destino: la casa de Lord Giberson. Si había alguien con mucho dinero capaz de comprar una espada como esa era él.
La ciudad estaba militarizada y se encontró con varios soldados en el camino, cuanto más se acercaba a la zona residencial, más guardias había. Caminó directo hacia la casa de Lord Giberson sin detenerse, cerca ya del lugar vio unas pequeñas casas de seguridad, había cadormens allí, pero no eran de Athos, sino de Firehorn, incluso vio algunas caras conocidas. A su encuentro salió un fusilero. Él le preguntó que deseaba allí.
-Lord Giberson contrató mis servicios.
-Ah bien, espere un momento aquí ¡Eh tú!- le llamó la atención a un recluta- acompáñala al palacio.
-Sí, señor.
El niño de no más de quince años la miró embobado pensando que el que tenía dinero podía conseguir lo que quisiera, ni sacó las cuentas de cuantos años de vida trabajando incansablemente serían necesarios para pagar sus servicios.
-Hola- intentó sacarle conversación- yo soy un campesino ¿usted… de que trabaja?
-Hola- le respondió pero en su cabeza solo había un objetivo, además no era muy difícil adivinar de qué trabajaba, tenía dos cimitarras colgando de la cintura y una armadura bastante llamativa -Soy bailarina- le dijo.
-¡Ah! ¿Bailarina de taberna o de teatro?
-Solamente bailarina.
Cuando llegaron al palacio el niño le dijo:
-Un gusto conocerla.
-Gracias, un gusto.
Cuando se acercó por la puerta de atrás la interceptó un guardia.
-Señorita ¿a qué se debe su visita?
-Vengo a ver a Lord Giberson.
-¿De parte de quien?
-Nike
-¿y por qué asunto es para ir adelantándoselo?
-Prefiero hablarlo personalmente.
-El señor ahora está durmiendo, ¿no prefiere venir cerca del mediodía?
-Estoy de viaje ¿podría esperarlo aquí?
-Está bien, la llevaré a una habitación.
Cruzando los pasillos llegaron a la sala principal, allí había dos hombres bastante desalineados, pero vestidos con ropas lujosas, Nike se dio cuenta de que eran bárbaros de Taras y los escuchó decir:
-Esa no es…
-Sí, es ella.
La habían reconocido, pero eso no era importante por el momento, tenía que encontrar esa espada cuanto antes. Desde que había entrado en Josper había sentido una presencia extraña, ahora sabía que provenía de esa casa, algo había allí en las profundidades. La condujeron a su habitación, pero Nike siguió lo que tenía planeado, ni bien se marchó el hombre se introdujo en el mundo de las sombras.

Iskander comenzó a organizar la formación sobre la muralla. Burgen llamó a Témpano para reunirse a los orcos. Témpano lo olió.
-Muchacho, vamos- le dijo y con mucho cuidado se sentó sobre la grupa, Témpano se acomodó, no parecía afectarle el peso extra de la armadura.
Los Taurans estaban muy cerca y cuando estuvieron a rango los bombardearon con las catapultas. Salió la caballería orca con Burgen a la cabeza y detrás la línea de warforged. El capitán orco le dio su cuerno a Iskander antes de salir.
-Creo que eso suena parecido a cuando entro en furia- le dijo Burgen.
Cuando Iskander vio llegar a los kodos pidió que reacomoden las catapultas. A lo lejos vieron a acercarse a Goran con la caballería de Haradim que entraba por detrás de los kodos y los hacía caer uno a uno. Burgen se unió a la matanza junto a al caballería orca.
-Cambio de planes, vamos a salir- dijo Iskander- ¿podés formarlos en posición de cuño?- le pidió a Uria.
-Dame dos minutos.
Mientras Iskander mandó a un mensajero a Burgen para avisarle del cambio de estrategia. Iba a salir con lo que quedaba del escuadrón orco. Cuando abrieron las puertas Iskander hizo sonar el cuerno y todas las reservas salieron de la ciudad. En cuarenta minutos ya no había más batalla. Los Tauran como última defensa los bañaron a flechas, Burgen ordenó a los mirmidones que se ubicaran detrás de los escudos de los warforged, aún así algunos cayeron.
Eran las cinco de la mañana, Iskander vio como los últimos Taurans se rendían y ponían las rodillas en tierra, las manos detrás de la cabeza. Se dispuso a rematarlos pero Goran lo detuvo.
-Iskander, no somos como ellos.
Así fue como los tomaron prisioneros.

Del otro lado Zug vio indecisión en los Taurans que no sabían si atacar allí o retroceder, y el orco aprovechó la oportunidad. Todos los cañones fueron disparados a la vez, la primera línea se dispersó y dieron de lleno en la segunda que quedó diezmada.
-¡Recargar!- ordenó el orco.
Goran, Torin, Burgen e Iskander se unieron para ir a aniquilar el otro frente. La batalla solo duró seis horas en total. Muchas Taurans se suicidaron, los demás fueron tomados prisioneros. Solo unos dos mil Taurans habían sobrevivido la masacre.
Zug miraba sentado arriba de su cañón.
-Bastante bien orco- le dijo el capitán.
-Sí- fue su única respuesta. Por suerte su intervención había sido corta.
Iskander vio que a la distancia no se veían barcos, se preguntó que habría sido de Shezabe.
-Como siempre un gusto volver a verlo- le dijo Burgen a Goran.
Iskander saludó al warlord orco y volvió a decirle que firmarían el tratado para otorgarles las tierras al sur, mientras Burgen saludaba al capitán de los warforged. Iskander buscó a Ejavra, le curó las heridas recibidas en combate y le preguntó:
-¿Vos seguís al servicio mío?
-Sí…
-Preparate porque vamos a ir al Norte.

Nike comenzó a recorrer las habitaciones una por una, y comenzó a bajar a las profundidades, llegó a una cueva bastante rústica, en el suelo parecía haber un hilo de luz azulada. Lo siguió, pero con precaución. En un momento el pasillo se bifurcó, el hilo seguía hacia la izquierda. Lo siguió un trecho más y vio como se despegaba del suelo e iba a dar a una enorme mata de pelo. No sabía que podía ser esa cosa, así que retrocedió lentamente, pero pisó algo y el monstruo se levantó. Era un enorme león de fuego. Corrió por el pasillo sin mirar atrás y escuchó como la criatura iba ganando distancia, había salido del mundo de las sombras y se dio cuenta de que no sabía como volver, había estado atravesando paredes y ahora estaba perdida.
Una pared se interpuso en su camino y volvió a entrar al mundo de las sombras, así lo perdió. Había entrado al hall principal y lo vio a Lord Giberson como si fuera una llama, a su cintura brillaba un haz de luz plateada. “Maldito” pensó, la tenía con él en su poder. Estaba con el criado que la había atendido cuando llegó. No pareció que él la hubiera notado y se quedó a escuchar lo que decían.
-Hemos triunfado, los Taurans fueron vencidos.
-Muy bien, tendremos que acelerar las cosas entonces.
Nike se preguntó si sus amigos estarían cerca de la ciudad, pero no podía arriesgarse tenía que intentarlo. Cuando el criado se fue se acercó a Lord Giberson por detrás para intentar arrebatarle la espada, pero cuando salió del mundo de las sombras para hacerlo él la vio y la frenó tomándola de la muñeca. Nike sintió que el lugar donde le estaba apretando le ardía como el fuego. Intentó sacar la cimitarra, pero él la frenó con su otra mano como si nada y calentó el arma a tal punto que Nike tuvo que soltarla.
-¿Puede soltarme por favor?- le dijo ella, no podía hacer más que pedirlo amablemente. Él la soltó y le dijo:
-Nike ¿A qué debo tu visita?
-Venía buscar algo… pero ya no importa- él miró la espada y sonrió. Nike sabía que ya no iba a poder salir de allí.
Él le tomó la mano y se la besó, ella no pudo resistirse.
-A ver… ¿qué es esto?- dijo él.
-¡¡¡No!!!- gritó Nike pero no pudo hacer nada, él le arrebató el anillo que la unía a Goran, y eso le dolió más que cualquier golpe que pudiera haberle propinado.
-¡Maldito!- le gritó pero ya todo era inútil, su propio cuerpo no respondía sus órdenes.
-¿Acaso no te acordás lo que te dije hace unos días?
Ella recordaba que el día que había estado allí por primera vez, el día que había conocido a Leconte, le dijeron que no volviera a aparecer por ese lugar.
-Te dije que no volvieras…- dijo y le acarició el rostro, y ella no pudo hacer nada por impedirlo.
Pasaron tres días y Nike estuvo en un mundo entre el sueño y la realidad, no estaba dormida, pero tampoco estaba despierta. A medida que pasaba el tiempo notó que la marca que Lord Giberson le había dejado en la muñeca se extendía ahora por todo el brazo. Líneas rojas comenzaron a cubrir todo el lado de su cuerpo que había sido marcado, las venas de su ojo sobresalían horriblemente. Comenzó a ver monstruos y la posesionó la paranoia. Con sus cimitarras golpeaba una y otra vez a esas horribles criaturas del infierno. Lord Giberson fue a verla al tercer día y ella instintivamente intentó pegarle con una de las cimitarras pero él la derritió sin problema.
-Siempre quise algo tan perfecto para que me acompañe- dijo él y la besó. Nike vio el infierno a su alrededor pero lo peor fue que ese beso le había gustado. Ahora además le atraía Lord Giberson. Poco quedaba ahora de la Nike que quería luchar por defender Haradim. En el fondo su alma estaba llorando.

Cuando se sentaron a descansar mientras todos festejaban el triunfo Iskander le dijo a Goran:
-Voy a ir a Ellios a buscar a Jaria, por favor dejá a Aiko en un barco que la lleve a Hatori- acto seguido le entregó la carta de Sviden para que la leyera. Goran se rió de la situación a su vez le prometió:
-La vamos a sacar de acá, suerte.
-Todavía no me fui.
-Cuando te vayas, pasá por Lessender.
Burgen le preguntó a Goran por su padre y él le dijo:
-Tu padre era una persona con ideales, pero vos lograste algo que él no, vivir entre humanos.
-Todavía no lo logro.
-Falta poco…
-¿Goran no va a llamar un poco la atención?- dijo señalando su nueva armadura, después de todo tenían que entrar a Josper.
-Ustedes son héroes…
-¿Te enteraste de lo que había debajo de Agún?
-Sí
-No fue fácil matarlo
-Lo sé, dicen que esa cosa se comió un dragón.
Iskander redactó el documento que entregaba las tierras al sur de Gaia a los orcos. Todos los capitanes lo firmaron, iba a entregarlo en Josper para que dieran su última autorización. Al poco tiempo llegó al campamento un emisario de Josper que les dijo que Denova comandante de la 12º legión de Garrath los iba a recibir.
-Lamain Ejavra de la 22º legión acepta la invitación- aunque no parecía muy dispuesta.
Cuando se hubo ido el emisario Iskander le preguntó:
-Aclarame una cosa… dijiste que había una pica entre las legiones… ¿no se levantan en armas no?
-No todavía.
-¿y por qué vienen acá a pelearse entre ustedes?
-Nosotros venimos a acompañar a V’nef Aradiel, el hijo del regente de Garrath.
-¿y él está acá?
-En Imerion.
-Con Sviden. Está criando un nuevo emperador de Haradim.
-Esperemos que no- dijo Goran- si está acá es porque le molesta a su padre.
Goran, Burgen y Zug estaban deliberando por dónde iban a empezar a buscar a Nike cuando entró un guardia y le entregó un sobre a Goran.
-General, le mandan esto.
En realidad Goran no tenía ningún cargo militar según los nombramientos de Sviden, obviamente no podía porque para el mundo él estaba muerto, y no solo eso, había sido un caballero de las sombras. Pero eso no impedía que los soldados le dijeran así igualmente.
El sobre tenía un sello que Goran no alcanzó a descifrar. Cuando tocó el sobre éste le dio como una descarga eléctrica.
-¿Reconocen esto?- les preguntó y le pasó el sobre a Zug.
Burgen le hizo una seña al soldado para que se vaya, él sabía muy bien qué era ese símbolo.
-Es el sello de Vekna- dijo en voz baja. Lo había visto cuando ella había intentado invocar al señor de la muerte.
Cuando Zug abrió el sobre rodó un anillo, él lo levantó y se lo pasó a Goran: -¿Lo reconoce?- le preguntó. Los ojos de Goran se llenaron de lágrimas, era el anillo de Nike.
-No te preocupes, la vamos a encontrar- le dijo Burgen.
El orco salió de la habitación y le preguntó al mensajero.
-¿Quién te dio esto?
-Maximillian, un recluta.
-Muy bien, vamos a ir a ver a este niño. Ya que Sviden me nombró General vamos a usarlo.
Goran se dispuso a marchar con los dos orcos, iba sin armadura, los ojos le brillaban de un extraño color dorado. A Burgen no le sorprendió, después de todo él ya lo había visto desplegar sus alas.

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